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Los patos de La Laguna estrenan casa nueva – Por Domingo J. Jorge

   

Esta semana conocí a una señora, una de tantas, que vive en una casa ocupada, en La Laguna. Ella y sus tres hijos sobreviven tras las paredes de un frío piso en el que habitan con el permiso de la entidad bancaria propietaria de la vivienda, y que promete reubicarlos en otro lugar. Duermen sobre un colchón, y como ella misma me aseguró, “cada uno tenemos nuestra sábana y manta”, afirmación que me hacía con el convencimiento de que es toda una suerte contar con ese juego de cama para pasar las frías noches de Aguere.
Hasta la pasada semana, sus mejores viandas eran tan solo pasta y el pan de molde que les llevaban los vecinos. Ahora Cáritas y Cruz Roja, le “echan una mano”, me comentaba ella durante ese tiempo de charla que ambos tuvimos.
La felicidad en el rostro de esta mujer, cuando Cáritas Arciprestal de La Laguna le ha tendido la mano para ayudarla y ha encontrado otra puerta abierta, la de Cruz Roja, ese rostro feliz, la he vuelto a ver cuando me disponía a buscar un tema para el comentario de este domingo.

No, no me he equivocado de titular para la columna, al final hablaré de los patos, que es lo que a muchos les preocupa en San Cristóbal de La Laguna. Hace quince días, un buen amigo, del mundo asociativo, me decía que le dedicara un comentario dominical al asunto de los patos; a la verdad. Y de verdad, cada día tengo más claro que no somos capaces de entender la realidad, la realidad de que lo importante no es aquello que hace ruido, sino ese pequeño tema que por silencioso pasa hasta desapercibido entre todos nosotros. Como ocurre con la pobreza, la verdadera pobreza, que habita justo al lado de cada uno de los que ahora leemos estas líneas.

Que hablara de los patos, me pedía este amigo. Para qué hablar de los felices patos, si viven en un lugar maravilloso, y son, entre otros, ahora mismo el centro de atención de mis hijos, y de otras niñas y niños, que pueden disfrutar de ese nuevo estanque situado en el parque de la Constitución.
Los patos son seres vivos, y merecen nuestra defensa, pero a veces olvidamos a quienes más tenemos que defender, a las personas, e incluso hasta somos incapaces de ver a los que sufren a nuestro lado.