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Desigualdad en aumento – Por Salvador García Llanos

   

El aumento de la desigualdad es el primero de los retos que el mundo debe afrontar el próximo año, según un informe del Foro Económico Mundial, basado en las respuestas de 1.767 expertos del ámbito político y económico así como de organizaciones no gubernamentales.

De acuerdo con los resultados de este trabajo, tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo, la mitad más pobre de la población no suele controlar ni el diez por ciento de la riqueza.

Se toma como referencia que en los últimos veinticinco años, los ingresos medios del 0,1 por ciento más rico de Estados Unidos han crecido veinte veces más que los ingresos del ciudadano medio.

Hay más datos que abonan la realidad de la desigualdad. Otro estudio de la organización no gubernamental Intermón Oxfam, publicado hace unas semanas, destaca que el número de milmillonarios ha pasado de casi 800 en 2008 a más de 1.600 en la actualidad. O sea, que cuando hace poco dijimos que esta crisis estaba siendo más productiva, estábamos en lo cierto. Al menos, para unos cuantos. Los rico -se palpa, se siente- son más ricos. La desmesurada acumulación de la riqueza y las consecuencias que se deriven de la misma suscitaron una seria preocupación en la última edición del Foro de Davos, hasta el punto de concluir que la desigualdad supone un grave riesgo para el progreso de la Humanidad. En claro tono de inquietante advertencia, Oxfam habla de aplicar políticas que promuevan la equidad, “so pena de que el sistema basado en el sistema de democracia tradicional no resista más”.

Los expertos sugieren concentrar los esfuerzos en la mejora de la educación, la implementación de una política fiscal más justa y la creación de empleo como factores determinantes para reducir esta brecha de desigualdad entre los más pudientes y los más desfavorecidos. No son recetas nuevas, desde luego: reinciden en planteamientos que se han ido sucediendo a lo largo de la recesión, solo que, como alternativas, por las causas que sea, no se han consolidado.

Es decir, que las diferencias van a seguir existiendo y propenden a acentuarse según estos informes. El problema es que las cuentas de resultados no conocen tregua y cuando están en fase ascendente revelan un afán insaciable. El mundo se lo plantea como un reto que, obvio es decirlo, no será nada fácil afrontar. Los poderes económicos, los visibles y los ocultos, y eso que llamaban mercados tan reiteradamente para explicar que éramos víctimas de ellos, harán que la lucha sea titánica, en algunos casos simplemente para subsistir.

No serán buenos tiempos ni para la lírica ni para la clase trabajadora ni para los desempleados. Que son millones, por cierto, aquí y en todos lados.