Con las ideas claras se presentó Román Delgado aquella mañana del pasado mes de septiembre en el barranco de Ruiz. Tocaba caminata de las que despejan las mentes y funden los lazos de amistad, más si cabe, y no puedo imaginar escenario mejor para la noticia que traía en la mochila. Había pasado las últimas semanas confeccionando lo que sería su segundo libro y traía las ideas frescas, llenas de motivación, de la ilusión temprana que surge en los albores de un nuevo proyecto. Los detalles se fueron desgranando mientras descendíamos, convirtiendo a la naturaleza en el mejor testigo y a la vez en la mejor metáfora del contenido de esta nueva entrega. Todo pensado, fiel a su estilo, concienzudo y comprometido como pocos, con los pormenores atados, plenamente dispuesto a tirar del carro para crear el universo que finalmente fue presentado ayer bajo el nombre de Policromía (editorial Cathaysa), una obra que reúne un compendio de artículos publicados en su mayoría en este periódico.
El resultado es una obra de arte concebida desde distintos puntos de vista para formar un todo policromático, una suerte de historias y conceptos a las que se unen de forma magistral las ilustraciones de Gervasio Cabrera. Cada página es una delicia que invita a ser degustada en pequeñas dosis, saboreando la intensidad de la escritura con urgencia que defiende el autor en cada cuento, en cada artículo, en la crítica… Y más allá del libro, la vida. Porque en definitiva es de lo que versa esta andanza, de tocar conciencias, despertar emociones, avivar pasiones con la vocación de dejar la sensación de que no todo está perdido aunque anide el pesimismo constante. Así lo vivimos anoche en la sede de Equipo PARA, alborotados de felicidad entre los versos de Luis Aguilera, la música de Socos Dúo y las palabras de Delgado danzando en la voz de Héctor Ruiz Verde, una celebración entre amigos, entre los que creemos en que, si continúan naciendo libros, habrá esperanza.