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Un REF de cine – Por José Ramón Barrera

   

Canarias dispone de un sistema específico de impuestos que le permite contar con algunos que sólo son aplicables en este territorio (como por ejemplo el IGIC), así como con incentivos fiscales para los que son aplicables en todo el territorio nacional. Con él se pretende que el Archipiélago compense con una fiscalidad reducida, lo que supone ser un territorio fragmentado, carente de recursos naturales y alejado del continente europeo, de forma que no limite su desarrollo económico y, en consecuencia, pueda garantizar el bienestar de sus habitantes.

Así consta en los distintos textos legales que han venido regulando este sistema especial de impuestos, siendo una constante en cada uno de ellos independientemente del contexto histórico y de la situación socio económica de las islas. Sin embargo, a pesar de que este sistema se entiende necesario para estos fines, no se ha considerado que fuera suficiente. Por ello, se incorporan a ese mismo conjunto de especialidades canarias otra serie de cuestiones, también singulares de las islas, llamadas económicas y que no son más que un abanico de ayudas y subvenciones que, lejos de lograr el objetivo marcado, lo que han conseguido es que el archipiélago sea un territorio al albur de las limosnas y, en consecuencia, expuestos al riesgo que supone depender de que se mantengan en el tiempo. Prueba de ello lo constituye la virulencia con la que ha impactado en Canarias la política de recortes de los últimos años. Esta misma ineficacia de la parte económica del régimen especial de las islas, debe imputársele a la parte fiscal. Contamos con el ya comentado IGIC (que supone un 7% para nuestras compras frente al 21% del IVA), con la Reserva para Inversiones en Canarias (que reduce el impuesto sobre las rentas empresariales), la bonificación por producción de bienes en las islas (minora el impuesto sobre el beneficio un 50%), la Zona Especial Canaria (4% de Impuesto sobre Sociedades), Régimen Especial de Buques (90% de reducción del Impuesto sobre Sociedades y Seguridad Social) y la deducción por inversiones.

Y a pesar de todo ello, no se ha logrado incrementar la competitividad de la economía canaria, el nivel de renta per cápita y la diversificación de sus sectores de actividad, presididos desde hace décadas por el turismo, que por suerte pasa por una de sus mejores épocas gracias, en gran parte, a la situación socio política de algunos de nuestros destinos competidores.

Es cierto que cabe preguntarse si no estaríamos peor sin estas especialidades. Pero no es menos cierto que existen territorios en el mundo que con características similares han logrado cotas de desarrollo y crecimiento mucho mayores que las nuestras, gracias a un sistema económico y de impuestos sencillo de entender, fácil de aplicar, generalizado para toda su población y, sobre todo, con elevada seguridad jurídica. Por esta razón no se entiende que no se haya puesto énfasis en lograr que a partir del 1 de enero del 2015 se aplique en las islas un nuevo régimen fiscal que alcance directamente a todos los contribuyentes, pasando de ser un “privilegio de unos pocos” a una señal de identidad de todos los canarios.

Pero menos se entiende aún que, en la negociación actual de la parte económica del mismo régimen especial, se pierda la atención y la fuerza negociadora en lograr cuestiones que poco o nada ayudan a hacer de Canarias un territorio de prosperidad, como resulta la responsabilidad social de las empresas.

Convenzámonos de que no existe mayor responsabilidad social que la de generar riqueza y con ella, crecimiento económico, con un sistema que ofrezca oportunidades para todos, similar al de otros territorios, que se han alejado de ayudas y subvenciones, relajando la presión fiscal sobre los sectores productivos y otorgando la libertad que necesitan para emprender y ser competitivos. Visto lo visto, nuestro REF, en este sentido, es de cine. Porque cualquier parecido con esa realidad, es imposible incluso por pura coincidencia.

*Socio de ASSAP