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Unasur discrimina – Por Gerardo Daniel Settecase

   

La Unión de Naciones del Sur (Unasur) nació a iniciativa del extinto presidente venezolano Hugo Chávez, intentando “reemplazar” a la Organización de Estados Americanos (OEA), acusada de herramienta del Imperio (léase Estados Unidos y Canadá) para someter Latinoamérica, integrándose solo el resto de países del Nuevo Continente. Todos por conveniencia ante una Venezuela liderada por quien, con un grifo pletórico de petróleo y arcas con petrodólares, prometía igualdad entre miembros del nuevo Organismo continental. Mentira visible desde su fundación, pues la Unasur es sumisa a su creador y solo actúa ante ataques al Eje Chavista, como pudo verse esta semana en que se reuniera por enésima vez para respaldar a Venezuela frente a Estados Unidos, y acusar de desestabilización a media población venezolana que marchara pidiendo soluciones, al igual que a los gobiernos de Colombia y España, repitiendo el apoyo al Gobierno argentino de Cristina Kirchner, luego que su pueblo protestara por un asesinato político, demostrando que, como en la OEA, hay miembros preferentes, ya que nunca se reúne para repudiar la represión en Cuba; que en Chile protesten contra Michelle Bachelet, o en Brasil contra Dilma Rousseff, y como estas reconocen los errores que justifican esas protestas, y no piden ayuda a Caracas, no son iguales en la Unasur. Es verdad. En la OEA el control estadounidense es asfixiante y se calla hasta la segregación racial vigente en ese país para ser Miembro Preferente. Pero iguales motivos conducen a los miembros de la Unasur a aceptar discriminación interna y Miembro Imperial: un chavismo aún ávido de poder continental que, con su remedo de OEA, amplió a dos las capitales imperiales: Washington y Caracas. A cual mas extorsiva con sus socios, aunque solo la mas antigua prevalecerá si el barril de petróleo no aumenta de precio.