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Urgencias de La Candelaria – Por Miguel Tejera Jordán

   

El Gobierno de Canarias acaba de aprobar que se destinen 8,5 millones de euros a la construcción del nuevo edificio de Urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife. El proyecto se ejecutará por procedimiento abierto y tramitación urgente, según el portavoz, Martín Marrero. No obstante lo anterior, el nuevo edificio no estará terminado, como mínimo, antes de 34 meses (es decir, no antes de 2018), plazo que llevará redactarlo, supervisarlo, aprobarlo y llevarlo a cabo. Conocida la eficacia y celeridad con la que se resuelven los trámites administrativos en nuestra comunidad autónoma, hay que ser tonto del haba para creerse que las nuevas Urgencias hospitalarias de La Candelaria estarán terminadas y a disposición del servicio del público, es decir, de los enfermos, o sea, nosotros, mismamente, antes de que el diablo pierda los calzones huyendo de los fuegos del infierno, precisamente cual alma luciferina perseguida por el mismísimo maligno, en persona. Veamos: un gabinete de arquitectos tendrá que redactar el citado proyecto. Entre pitos y flautas, cortadito va y cortadito viene, oportuno esguince de muñeca del delineante de turno, resfriado de aparejadores y estreñimiento agudo del propio mentor de la idea arquitectónica, se nos va a ir al menos un año. Si no más. Finalizada la redacción habrá que supervisarlo. Pero el supervisador que lo supervise buen supervisador será. Así es que, por la cuenta que le tiene, se tomará su tiempecito antes de darle el visto bueno, toda vez que antes de darle el visto bueno tendrá que solicitar un volante de su médico de cabecera para pasar por la consulta del oculista, que será quien determine si el supervisador está bien de la vista. Y, si no lo está, que le vean primeramente en Urgencias. Pero como las Urgencias no estarán hechas, es decir, todavía no tendremos ni el edificio, pues tiren tomates al pavo. Que nos vamos a comer un pavo tomatero… Tras la supervisión -si finalmente se consigue- habrá que aprobar el proyecto. Y para entonces, los señores que tengan que aprobar el proyecto ya no serán de este gobierno, sino del siguiente. Así es que probablemente no sepan qué tienen que aprobar. Y hasta puede que el interventor de turno advierta que el presupuesto ya no es de 8,5 millones, como al principio, sino que se ha encarecido al doble y habrá que tirar de la manta de los suplementos de crédito. Pero, siendo optimistas, pongamos que el proyecto de Urgencias acabe aprobado. Habrá que encontrar la empresa constructora que lo edifique, que a lo peor está inmersa en concurso de acreedores, como no es la primera vez que ocurre. Así que habrá que aguardar a lo que decida la Justicia, que va más lenta que un desfile de artríticos. O sea, que las nuevas Urgencias de La Candelaria podrán ser finalmente inauguradas allá para la Navidad de 2060. Aunque para entonces no se habrá dotado a la edificación de los correspondientes equipamientos. Es decir, no tendrá camillas, ni luz, ni agua, ni médicos, ni enfermeros, ni sábanas, ni nada de nada. Y eso que el proyecto va a ser tramitado por el procedimiento de urgencia. Yo creo, sinceramente, que a quien hay que llevar a Urgencias es al procedimiento de urgencia para la adjudicación del edificio de Urgencias sanitarias del Hospital de La Candelaria. Huelga decir que los 8,5 millones de euros de la edificación, más los dos del equipamiento, se habrán perdido por el camino, tirados a la cuneta, aguardando a que vayan a buscarlos, urgentemente, en la camilla de una ambulancia.