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Noticias provisionales

   

Me comenta un amigo que sin duda frivolicé en exceso en la columna última, titulada Serpientes de verano, al proponer allí que la obligada ausencia de noticias de importancia que se produce en la temporada estival contamina también -en una cierta medida- a las escasas noticias importantes, integrándolas (tal vez por analogía estilística) en una similar categoría irrelevante, desde la cual suelen contemplarse, con la misma mirada minimizadora con la que se accede -por estas fechas- a la mayor parte del contenido de la prensa diaria; porque -sigue comentando mi amigo- por muy veraniegamente contextualizada que se produzca una sangrienta guerra (como -entre algunas otras diversas- la que parece periclitar ya en Libia), no dejará por ello de poseer la angustiosa importancia del luctuoso cómputo de sus víctimas, con absoluta independencia del mes del año en que se produzca; por más que (al plantear tal cuestión bélica, con la que -escarceos literarios aparte- no puede uno por menos de estar de acuerdo por completo) tanto mi amigo como yo coincidimos en reparar en la reiterada incidencia de las guerras durante el verano: el 14 de julio se produjo la Revolución Francesa, el 18 de julio tuvo lugar la sublevación militar que condujo a la Guerra Civil española, el 1 de septiembre Hitler invadió Polonia, iniciando la II Guerra Mundial…, como si las altas temperaturas propiciaran el ardor bélico, tal como el escritor Alfonso Sastre sostiene -en varias de sus obras- acerca de que el calor es un desencadenante sustancial de asesinatos.

Resulta indiscutible -tal como apostilla mi amigo- que la importancia de una noticia no se puede valorar en función de la cronología anual, puesto que posee entidad propia independientemente de la fecha en la que tenga lugar; pero también le da a uno la impresión de que la desidia veraniega en la que cualquier noticia se inscriba, la sitúa en la misma provisionalidad escéptica de la mirada que la contempla, y que -en estas determinadas fechas- le resulta difícil tomársela totalmente en serio: comentaba Noel Clarasó (al respecto de esta provisionalidad -veraniega o no- de las noticias) que solía recortar de los periódicos aquellos acontecimientos que quedaban pendientes de resolución: alguien que -por determinados motivos- iniciaba una huelga de hambre, se amarraba a un árbol, o se colgaba de un andamio, de cuya previsible solución jamás se informaba posteriormente; tal vez porque la noticia consiste en la eventual ruptura con la normalidad, y no en regresar de nuevo a ella.