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Antonio Méndez y punto

   

DAVID SANZ | Santa Cruz de La Palma

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Antonio Méndez disfrutaba de una buena conversación . | DA

El fallecimiento de Antonio Méndez ha dejado tocada a la ciudad de Santa Cruz de La Palma. Una personalidad o “toda una institución”, como reconoció el alcalde, Sergio Matos, de la sociedad local, que a nadie dejaba indiferente, por nada en especial y por todo. Como asegura Fernando Leopold, presidente de la Investigadora, “Antonio Méndez era un personaje sui generis y destacó porque era Antonio Méndez” y punto, añadimos.

Porque el punto después del uno, o el uno punto, fue el número del Enano que danzó desde 1960 hasta 1986, año en el que estas enigmáticas figuras realizaron su ritual mágico en presencia del Rey de España. Esa fue la última vez que danzó al ritmo de la polca, aunque su vida siempre estuvo ligada a las Fiestas Lustrales y, en especial, a este número emblemático de la Bajada de la Virgen.

Un ser entrañable, que sabía conectar con la sociedad palmera con su forma de entender la vida marcada por ese sentido del humor que siempre le caracterizó y que desplegaba rodeado de sus amigos. Querido por muchos, sin duda una buena parte de su vida giraba en torno al bar Bahía. Diego Afonso y su equipo lo cuidaban y querían como si fuera “nuestro tío”, nos confiesa su propietario, que probablemente habrá sentido la despedida de Méndez como si de un padre se tratara.

Allí estaba desde las seis de la mañana, cuando Diego abre el establecimiento que está frente a su casa. “Algún día que me retrasaba, me llamaba la atención (…) así era Antonio, y así lo tenemos que recordar”, comenta. De hecho, cuando se encontraba enfermo, los propios camareros del Bahía le subían la comida a su casa.

“Era un magnífico cocinero, pero nos decía que le daba pereza hacerse la comida para él solo y se la llevaba muchas veces de aquí”, nos comenta. Con todo, donde destacaba en su quehacer entre los pucheros era como repostero, recuerda Afonso. Lo que tiene claro es que Santa Cruz de La Palma “le debe hacer un homenaje a Antonio Méndez”.

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Fue el enano más emblemático. | DA

EMBLEMÁTICO
Porque su papel en las fiestas fue más allá de las Lustrales. En este sentido, Leopold recordó que además de la Bajada de la Virgen, Méndez participó también decisivamente en la configuración de los singulares carnavales palmeros, recordando que fue, por ejemplo, el novio de la parodia de la Boda que se ofició en el carnaval de 1966.
Y es que Antonio Méndez “vivió de forma intensa y de la forma que él quiso vivir, algo que es digno de alabar en las personas”, comentó Juan Luis Felipe de Paz, presidente de la Cosmológica, quien subrayó su “sentido del humor”. Y es que “siempre estaba en el centro del huracán de cualquier broma”.

El cronista oficial de Santa Cruz de La Palma, Manuel Poggio, destacó de Antonio Méndez, “que era un amigo”, también su papel en la sociedad y en la cultura popular de la capital palmera. “Ha sido el enano más emblemático a lo largo de la historia de la danza, al dotarlo de una personalidad propia”.

En esta línea valoró también “la sonrisa con la que recibía a todo el mundo”. “Tenía un gran don de gentes”, añadió. Al igual que el alcalde, destacaron su faceta de “embajador de La Palma”. Para Poggio, la colección epistolar que mantenía con las grandes personalidades del mundo es “un legado de un gran valor sentimental”.

En algo que coinciden todos los que lo conocieron es que Antonio Méndez “no tenía pelos en la lengua”. Su voz crítica no entendía de falsos halagos ni fuegos artificiales. Por el amor que sentía por las fiestas de Santa Cruz de La Palma era especialmente crítico con determinadas cuestiones que, a su juicio, no encajaban con el carácter de los festejos. Incluso en política, pese a ser socialista, no era nada dogmático, y no le dolían prendas ser crítico con determinadas decisiones con las que no comulgaba. Ahora esa voz queda en el recuerdo de esta ciudad, que le despedirá al mediodía de hoy en El Salvador.