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Ciénaga > Miguel L. Tejera Jordán

Vistas las alegrías con que gastaron nuestros dineros todos los políticos que nos han estado representando durante los pasados años de las vacas gordas. Y visto, asimismo, cómo quieren tapar los agujeros que ellos mismos dejaron en nuestros bolsillos, subiendo impuestos y tasas a troche y moche (IBI, IRPF, combustibles). O recortando sueldos y prestaciones de toda naturaleza, además de contribuir a despedir a millones de personas, cabría indicar que, para estos viajes, no necesitábamos semejantes alforjas. O dicho de otro modo: prescindir de la democracia nos resultaría, cuando menos, más barato.

Nuestra clase política -vea el lector que no hago distingos- ha exprimido nuestras carteras hasta el infinito. Y ahora que el infinito es finito, es decir, que se ha terminado la pela, proponen y aprueban, como medicina curativa, darle otra vuelta a la tuerca de la máquina de hacer jugos, para sacarnos el zumo de nuestros esfuerzos y seguir -todos ellos- montados en el machito.

Miren: así gobierno yo. Así gobernaría cualquiera. Podríamos ahorrarnos procesos electorales, urnas, papeletas, partidos políticos, campañas publicitarias, mítines y demás monsergas. A golpe de decreto, cualquier dictadorzuelo sacaría este desaguisado adelante. Sobrarían concejales y concejalas, alcaldes y alcaldesas, consejeros y consejeras, presidentes y presidentas, diputados y diputadas, senadores y senadoras. Y todos darían la razón (se la están dando) -¡qué contradictorio, Dios mío!- al mismísimo Francisco Franco. Por ello dije que, para este viaje, no necesitábamos semejantes alforjas.

Por fortuna, uno sigue creyendo en la democracia. Pero tendremos que rehacerla de nuevo. Y no hay más alternativa que escoba y pala; que cubo de la lejía y fregona. Para limpiar esta sociedad de la porquería que se ha instalado en ella.

El hartazgo está llegando. No ha acabado de cuajar, para nuestra desgracia. Pero está claro que solo se trata de un retardo. Unos minutitos de más…, para gloria de los sinvergüenzas y de los ineptos. Día llegará en que la indignación tomará las calles, no para quedarse en ellas a pasar frío, sino para arrojar a los contenedores de la basura a tanto rebenque y rebenca instalados en la política. Lejía para el suéter de los pijos y para la pana de los seudoprogres.

Tenemos que cambiar. Pero de lavadora. Agua y jabón a raudales para los secuestradores de la libertad de todos nosotros.

Cada día que pasa somos menos libres y más pobres. Aquí se forran unos cuantos (más de los que creíamos) y, los demás, a llorar al valle…Vean a Toxo y a Méndez, siempre con mantel de por medio, con un Rosell que da miedo. Vean a la banca y a los banqueros, sumando beneficios a nuestra costa.

Y si no lo ven claro, lector, lectora, compruebe cuánto paga por la bombona, por el litro de gasolina, por la guardería del nene, por el pan y la leche, por la carne y el pescado. Y, así, hasta el infinito finito. Pregúntense entonces qué están haciendo con los frutos del sudor de su frente. Pregúntense quiénes les están robando. Ahora, el dinero. Mañana, quién sabe. Ya sé por qué no llueve.