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El verdadero inquilino de la estación de guaguas

Sus únicos acompañantes son los perros y gatos que hace un tiempo recogió en la calle y alimenta a diario.| FRAN PALLERO

LUIS F. FEBLES | Puerto de la Cruz

El auténtico y único morador de la estación de guaguas portuense da la cara y se presenta ante todos los lectores con la intención de que conozcan su verdadera historia. “No soy alcohólico, ni soy un delincuente; solo intento salir adelante como buenamente puedo”. Así empezaba la conversación con Isidro Javier del Rosario Padrón, natural de Las Palmas de Gran Canaria y la única persona que lleva viviendo más de un año dentro de la estación de guaguas.

Con un talante educado, propio de quien conoce de primera mano el respeto, del Rosario quiere aclarar que es falso que dentro de la parada vivan tres personas y que esté poblada de tetrabricks de vino y suciedad provocada por sus residentes. “Llevo un año y medio viviendo en el interior del inmueble, trabajando en el aparcamiento de la estación, y los únicos que vivimos aquí hemos sido un señor que se llevaron hace unos meses conocido por el Sevilla, mis perros y yo. Hay dos individuos que pernoctan en la parte de fuera del inmueble y no tienen que ver conmigo; yo soy el único que tiene una llave de acceso”. La historia de Javier del Rosario es la de muchas personas a la que la suerte, en algún momento de su vida, le dio la espalda. Trabajaba de pizzero en Las Palmas, tenía mujer y casa, y el infortunio hizo que lo perdiera todo.

En busca de un futuro mejor

Con más pena que gloria, y armado de un fuerte amor propio, decidió no dar problemas a sus padres y emigrar a Tenerife. Tras pasar por el albergue de la capital, llegó a Puerto de la Cruz donde reside desde hace más de un año. Su grito es de desesperación y demanda de trabajo; lo único que quiere. “Llevo más de 6 meses poniendo currículos en muchos bares y restaurantes, pero es imposible”, indica Padrón. El morador de la estación pone en tela de juicio el papel del Ayuntamiento y los Servicios Sociales para con la gente que está en su misma situación. “He acudido a pedir ayuda y lo que me dicen es que como no estoy empadronado, no pueden hacer nada; estoy harto de este sistema que lo único que hace es beneficiar a los de siempre”, sentencia del Rosario. Este amante de los animales, colabora con la protectora desde hace varios meses. Además, no entiende cómo en un año y medio solo han acudido a limpiar la estación en dos ocasiones. “En mi habitáculo tengo una cocinita, luz eléctrica y agua; me ducho en la playa”, explica.

El panorama no tiene visos de mejora. Hace unos días, la policía acudió a la estación para darle un aviso e indicarle que el lunes tenía que desalojar su casa. “No sé qué voy a hacer, si no me queda otra dormiré en los exteriores” e insiste en que “necesito un trabajo porque lo estoy pasando muy mal”, glosa triste del Rosario. Desde su llegada, destaca la solidaridad y el afecto de los vecinos de la ciudad. “Aquí hay gente maravillosa que me ha ayudado mucho”, apostilla. Historias como esta, son el reflejo de cientos de personas que gritan en silencio.

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Pide ayuda

El Canarión, como todos lo conocen en la zona, es un personaje que a lo largo de su estancia en la estación de guaguas se ha ganado el respeto de muchos de los vecinos del lugar. Saca un poco de dinero gracias a su ocupación como aparcacoches en los aparcamientos de la estación. Pide la voluntad y consigue entre 10 y 15 euros diarios para comer y alimentar a sus perros y gatos.

Desde que llegó a Puerto de la Cruz solicita encarecidamente una oportunidad laboral. “Necesito trabajar en lo que sea. Esta situación no la soporto más; he perdido mi dignidad y ya no se lo que hacer”, lamenta del Rosario. Por otra parte, aclara que no es alcohólico. “Estoy mal, pero no tengo problemas con la bebida; soy una buena persona que solo desea tener una ocupación para hacer mi vida sin molestar a nadie”, especifica.

En contadas ocasiones, ha tenido que llamar a la policía porque algunos individuos entran en el aparcamiento para robar en los coches. “Siempre que veo algún problema llamo a la policía. Me llevo bien con ellos porque ya me conocen; nunca me he enfrentado con nadie”, concluye.

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