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Un año > Rafael Muñoz Abad

Esto se acaba y con ello el primer año de esta andadura africana de DIARIO DE AVISOS. Único rotativo de la provincia que le ha dado una oportunidad a un continente que a sólo 96 kilómetros de Fuerteventura se anuncia como un mundo desconocido. El año que ya expira ha sido especialmente convulso para África.

El muro del paternalismo magrebí se derrumbó en su esquina más liberal: la de un Túnez educado en el laicismo francófono; asistimos al ocaso de la dinastía Mubarak en un Egipto clave para los intereses occidentales; el trágico fin de un Gaddafi, que ya incomodaba en demasía a los oscuros intereses de las petroleras galas, se materializó bajo la aviación de los aliados; la partición de Sudán en una polaridad musulmana y otra cristiana sin disparar un solo tiro; el grito libertario de El Aaiún ante la indiferencia de nuestros gobernantes; la vergonzosamente rutinaria hambruna que puntualmente acude a su cita con la inanición en los páramos del Cuerno de África; los cuentos de piratas sin parche pero si con fusiles rusos; repúblicas de los pordioseros que reviven en la costa somalí; y un sinfín de noticias más que sólo importan a aquellos que seguimos el día a día del continente olvidado.

Y es que la actualidad africana es discreta cuando no sorda a los oídos del occidental.

Diáspora informativa que tratada desde la distancia solo se alimenta de la desgracia; ofreciendo su cara más amable cuando en viajero te conviertes.

Me quedé atrapado en las narraciones de Conrad y su río Congo; en las crónicas de Kapuscinski acerca de cómo los portugueses empacaban sus comedores y volvían al lúgubre pasillo lisboeta tras años de porches y villas coloniales; y en general, de todo aquello a lo que se puede acceder desde el limitado catalogo africano que nuestras librerías ofrecen.

Tiendo a pensar que solo hay dos maneras de escribir; y hacerlo sobre África no es una excepción: bien haciéndolo bajo el dictado del corazón y las tripas; o encorsetado en el aséptico prisma informativo que la actualidad genera. Les confieso que vivo de los recuerdos de algunos viajes; y que solo el ejercicio de la lectura, o la evasión que me produce recorrer la geografía de la madre África con un dedo que de las fronteras de los hombres no entiende y visado alguno conoce, logra, apenas, calmar el deseo de hacer la mochila y salir por patas.

Y lo cierto es que uno, que poco más que un aprendiz de contar cosas es, y con muchos caminos aún por recorrer, una mañana se presentó al señor director proponiéndole llenar un cuaderno con alegrías, arena, anécdotas, capítulos de la historia olvidados, curiosidades, chismes de palacio, desgracias, héroes, lluvia, rufianes, sangre, y vivencias de un continente, que para muchos cercano en lo físico, lejano en lo emocional se revela.

Se cumple un año de este testigo bautizado como Cuadernos de África; aventura que semanalmente comparto con todos ustedes. Vaya privilegio.

*Centro de estudios africanos de la ULL | cuadernosdeafrica@gmail.com