Bernardo Álvarez > Luis Ortega

El Obispo de la Diócesis Nivariense ofició ayer, junto a sacerdotes de distintos municipios y padres dominicos, la solemne eucaristía en el primer aniversario de la declaración de la Basílica de Candelaria, vieja aspiración que honra la devoción secular por la Patrona de Canarias y halaga también el orgullo de sus convecinos. Al igual que sus antecesores, monseñor Alvarez Afonso -en cuyo episcopado se materializó este logro- promueve con solicitud el culto de la imagen aparecida en Chimisay, venerada por los guanches, requisada y devuelta por los titulares del Señorío, antes de “la toma de la isla más grande y poblada”.

A cuatro años de la toma de Granada – 2 de enero- y del descubrimiento de “las tierras al otro lado del mar” (12 de octubre de 1492), Fernández de Lugo, en nombre de los Reyes Católicos dirigió la más difícil y violenta conquista perpetrada en el archipiélago. Custodiada por los frailes de la Orden de Predicadores, el alcalaíno Alonso de Espinosa -que profesó como en Centroamérica- publicó en 1594 en Sevilla -donde se perdió su pista- una relación sobre la virgen (que, para esta ocasión, estrenó un manto verde, realizado por un taller de empleo local), su convivencia con los aborígenes y los milagros que, durante el periodo histórico, “obró por voluntad de Nuestro Señor”. Fue el primer libro dedicado íntegramente a nuestras islas y, además de la descripción y los episodios marianos, describe con ameno rigor el marco geográfico, determinado por el colosal Teide, y las circunstancias políticas, sociales y culturales del pueblo aborigen, tratado con admiración y respeto del mismo modo que lo hicieron los cronistas de Indias, en su mayoría clérigos.

En el escenario basilical, el programa de febrero, Fiestas de la Purificación, se centró en los aspectos religiosos pero, sería deseable porque se trata de la fiesta mayor de la Patrona, volver a apostar por unos actos culturales paralelos y, a ese respecto, recordamos que, hace unas décadas y para acrecentar la literatura candelariera, se convocaba un concurso poétino nacional y conferencias que pivotaron en torno al binomio de la fe y la cultura. Confiamos que, en próximas ediciones y habida cuenta el rango de la devoción, se refuercen estas fechas con acciones artísticas y estéticas en las que puedan colaborar, junto al Obispado y a la comunidad dominica, los gobiernos local, insular y autonómico.