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Frenar en el borde > Francisco Pomares

El PSOE ha logrado cerrar su congreso superando la tentación del abismo. Acostumbrados como estamos en este país a las mayorías a la búlgara, el virtual empate en la elección de Rubalcaba frente a Chacón hacia presagiar la ruptura del PSOE en dos mitades casi idénticas. Al final, ese singular muñidor de mayorías que es el nuevo secretario general de los socialistas consiguió para su ejecutiva el respaldo del ochenta por ciento de los delegados, logrando que una casi derrota se convirtiera en una holgada victoria en apenas unas horas.

El PSOE vuelve a demostrar que es un partido curioso: le apasiona la democracia hasta extremos que a veces rozan el suicidio, pero responde con inteligencia práctica a la aplicación de sus propias reglas sobre la unidad de acción. Una vez resuelto por 22 votos que ahora manda Rubalcaba, de la mitad de los delegados que preferían seguir la estela de Zapatero en Carme Chacón, el sesenta por ciento decidió ponerse inmediatamente después a las órdenes del secretario general. Un secretario general que -además- ha montado su ejecutiva haciendo muy pocas concesiones, con la excepción de la presidencia, cedida a Griñán en un guiño calculado a los delegados andaluces. En cualquier caso, la presidencia del PSOE es puramente honorífica, y los poderes de Griñán en el nuevo PSOE dependerán de si es capaz de ganar en Andalucía o no. Si pierde, su presidencia será un retiro desde el que podrá comprobar cómo el PSOE de Andalucía se suma en bloque al abandono del zapaterismo.

Porque esa es la verdadera historia de este Congreso: sin más ruido del estrictamente necesario, y absolutamente por los pelos, el PSOE ha optado por enterrar los últimos años de zapaterismo. No es sólo una cuestión de discurso y de silencios en el Congreso. Es que se aparta de la dirección, sin contemplaciones, a todos los que se implicaron en la continuidad de la era zapatero. Desde la sucesora prevista, la criatura Chacón, a Blanco, pasando por Marcelino Iglesias y todo el sindicato Pajín. También los dos canarios del reparto, Pedro Zerolo y López Aguilar. Lo que le quede a la carrera política de este último, huérfano a partir de ahora de apoyos federales, va a tener que dirimirse en Canarias. Y los resultados de este congreso no le van a ser de mucha ayuda, porque si algo queda claro desde ayer es que el PSOE va a dedicarse a superar el legado del zapaterismo. También en provincias.