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La indefinición de Cristina > José Carlos Alberto Pérez-Andreu

La indefinición del PP en el Ayuntamiento de Santa Cruz me tiene perplejo. En demasiados asuntos de relevancia, se abstiene. Sin ir más lejos, el viernes pasado se presentó una disparatada (y minoritaria) moción para pedir que se disolviera la Unipol, que es el cuerpo policial más demandado por los barrios. Pues el PP, se abstuvo. Uno no entiende cómo la formación política más votada en la capital no tiene un criterio formado ni con este tema ni con tantos otros. En aspectos meramente éticos, los populares tampoco tienen nada que decir. En otra enloquecida moción en la que, otra vez los grupos minoritarios, quisieron repudiar “social y políticamente” a los imputados por el caso Las Teresitas, el Partido Popular también se abstuvo. Y lo hizo mientras el grupo mixto pedía que se escupiese públicamente sobre la dignidad (entre otros) de José Emilio García Gómez, Maribel Oñate o José Carlos Acha, los tres del PP. Uno no sale de su asombro cuando el cortejo de Cristina Tavío no defiende ni a los suyos.

Lo que ocurre hoy es que la indefinición del PP santacrucero se está extrapolando, astutamente, a la propia indefinición de la presidenta insular. Y si Cristina tan solo da la impresión de no tener criterio en estos momentos, malo. El otro día en La Linterna de la COPE se lió bien gorda cuando le pregunté a Antonio Alarcó sobre su posible candidatura a presidente insular. Y se lió bien gorda porque es la pregunta que todo el mundo se hace (dentro y fuera del PP), pero nadie le había formulado públicamente. Alarcó respondió a trompicones para salirse por peteneras comentando que Soria lo “adornaba con su amistad”. Antonio, Cristina y media República Popular China saben que las relaciones del todopoderoso ministro y la niña Tavío no andan por su mejor momento. Fruto del mal rollito, la designada como delegada del Gobierno en Canarias fue Hernández Bento y no Cristina, mucho más laureada políticamente.

El ministro ya entendió hace cuatro años que, en la sucursal del PP en Tenerife, el tiempo de Cristina estaba amortizado. Entonces, apoyó a Ángel Llanos en una triste maniobra para descabalgar a nuestra protagonista. Hoy, y según me cuentan, se anda buscando otro candidato alternativo, y a Soria le encantaría que fuera Alarcó. En cambio, a este último no le interesa nada una guerra interna dentro del PP insular, que, además, lo pueda dejar con dos palmos de narices. Como nunca he adulado a Cristina Tavío, me siento más que autorizado para decir que ha sido una presidenta que le ha echado sangre, sudor y lágrimas; para que ahora, en la mejor época pepera, algún contubernio de trepas le venga a dar una patada.

Cristina se ha recorrido Tenerife tejiendo una red de comités locales involucrados hasta el corvejón en el día a día de los vecinos, y como consecuencia, su territorio es donde el PP más enteros ha subido de toda España.

Pero la política, esa misma que ella tantas otras veces ha practicado en detrimento de otros, la puede dejar al margen de todo aquello por lo que se ha partido la cara todos estos últimos años. Y por más terrible que pueda parecer, los que la dobleguen, supuesto el caso, lejos de darle cobijo, la mandarán a llorar al valle. Y es miserable.

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