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“No soy un fetichista de los huesos”

VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife

El paleontólogo Juan Luis Arsuaga, ayer en La Laguna. / FRAN PALLERO

Juan Luis Arsuaga es paleontólogo y uno de los codirectores de las excavaciones en el Yacimiento de Atapuerca. Se pasa la vida estudiando huesos pero, insiste, no porque le interese solo el pasado de nuestra especie y sus antecesores sino porque, precisamente, su “objeto de estudio somos nosotros: el ser humano actual”. “No soy un fetichista de los huesos”, remarcó en un abarrotado aulario de Guajara. Allí dejó claro que la genética está muy por encima de la cultura y que somos lo que somos actualmente por nuestra carga genética. La evolución ha logrado para que nuestra especie sea la predominante en el Planeta. Eso sí, nada es gratuito, y “aunque hemos llegado al triunfo” y al “dominio ecológico”, eso no nos supone “llegar al cielo”.

Nada es casual en nuestros comportamientos: si somos sociales es por una necesidad. Si somos creyentes, también. Si somos o no monógamos, igual. Como ejemplo pone que el 95% de las aves son monógamas o que los chimpancés -que no lo son- son sociales, y los orangutanes, solitarios.

Esta conferencia forma parte del programa de actividades que a lo largo de de esta semana está celebrando la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna con motivo de la festividad de su patrón, y también forma de la conmemoración de 2012 como año de la Neurociencia. A Arsuaga no le gusta que le graben los medios de comunicación en sus charlas porque, a veces, se salta la verdad científica en aras de la divulgación. Pese a ello, es uno de los científicos más mediáticos de España precisamente por esa manera de acercar la ciencia a la población.

Su idea de entender nuestra psique colectiva a través de lo que los miles de huesos que han extraído de los yacimientos de Atapuerca le ha llevado a muchas polémicas revelaciones a lo largo de los años. Recuerda que el comportamiento forma parte del fenotipo, al igual que nacer con dos riñones o dos ojos.

El ser humano actual es simbólico y grupal pero no siempre ha sido así. Hizo un recorrido por las tres etapas de la evolución de los homínidos y dató en solo un millón de años el gran salto al ser humano actual. En la primera fase, los predecesores del Homo sapiens, tenían que competir contra el medio igual que el resto de los animales en un mundo donde había que enfrentarse a las fuerzas de la naturaleza. Una idea muy darwiniana.

Luego, los homínidos dan un giro al empezar a utilizar instrumentos punzantes que le ayudan a comenzar a dominar su entorno. Este es el segundo gran paso de la evolución en el camino hacia el ser humano actual. Después, el homínido comienza a convertirse, cada vez más, en un ser social y grupal. Pero… ¿por qué? Arsuaga insiste en que nada es gratuito y cita la Hipótesis de la dominación ecológica y la competencia social.

Hace un millón de años, el clima y el resto de animales no eran ya un peligro para la supervivencia de los homínidos. El peligro eran los otros homínidos. Por ello, para mantenerse, el agruparse era fundamental: para cazar y para defenderse de los otros. “Uno no elige ser un ser social”, cree Arsuaga. El paleontólogo explica que, en un momento de la evolución, el ser humano se vio en la necesidad de colaborar porque eso le ayudaba a ser cazador y a no ser una presa fácil de los otros homínidos.

El yacimiento de Atapuerca ha confirmado el tercer gran paso en la evolución humana: el momento que llegaron las creencias. Algo que nos distingue del resto y que conforma la esencia de la humanidad. Y lo saben porque han hallado restos que pueden considerarse rituales.