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Estilo de gestión > Tomás Cano

El transporte aéreo no solo está cambiando a pasos veloces y agigantados hacia un nuevo orden estructural, sino que también lo está la forma de gestionar las empresas aéreas. No hay más que ver la decisión del más alto ejecutivo de Qantas, Alan Joyce, de cancelar operaciones por un conflicto con el mayor valor de su propia empresa, que no es otro que su colectivo humano, dejando sin poder volar a más de 80.000 clientes.

Ahora el estilo de gestión en algunos casos es chulesco, prepotente, una réplica del estilo en general de las nuevas low cost, muy a lo Michael Oleary de Ryanair, y esa forma de dirigir no solo es anglosajona sino que en España ya ha calado.

Me pregunto cómo alguien en su sano juicio puede manifestar lo siguiente: “Un hombre razonable no llega a ningún lado en una negociación”. Estas son palabras de otro bravucón irlandés, Willie Walsh, máximo ejecutivo de British Airways.

En mi opinión lo que distingue a un hombre inmaduro es que aspira a morir noblemente por una causa, mientras que el hombre maduro aspira a vivir humildemente por ella.

El buen líder tiene el derecho a ser golpeado, pero nunca el derecho a ser sorprendido.

Los gestores actuales no quieren ser golpeados; prefieren golpear ellos, cuando en realidad no se dan cuenta de que un hombre grande es aquel que en medio de las muchedumbres mantiene con perfecta dulzura la independencia de la soledad.

El colectivo humano de cualquier empresa nunca debería doblar la cabeza ante estas situaciones; debe mantenerla en alto y mirar a sus ejecutivos a los ojos, porque al final la razón es y debe ser solamente la esclava de las pasiones.

Los ejecutivos en general se creen genios con esta agresividad, cuando la genialidad o el genio no es más que una gran aptitud para la paciencia.