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Un pueblo “dentro de otro pueblo”, en el corazón del Valle

El auge inmobiliario también ha repercutido en el barrio, que ha crecido sobremanera en los últimos diez años. / MOISÉS PÉREZ

GABRIELA GULESSERIAN | LA OROTAVA

Sencillos, nobles, generosos, entusiastas, amantes de sus tradiciones y con la puerta siempre abierta de par en par para recibir al amigo y al forastero. Así se definen los vecinos del barrio de La Perdoma, ubicado en el corazón del Valle, aunque sus habitantes prefieren hablar de un pueblo que, hasta mediados del siglo XVIII, se conocía como la comarca de Higa.

Desde entonces y hasta hace algunas décadas, era un grupo de casas muy pequeñas con una carretera general donde daban la mayoría de las viviendas pero que a su vez tenía una serie de caminos en los que residían muchas personas. “Nos conocíamos todos”, asegura Luis Melo, uno de los cofundadores de la asociación de vecinos de San Jerónimo, la primera que tuvo el barrio, y una de las personas que más ha participado en la vida social y cultural.

Los vecinos estaban muy vinculados a la parroquia, fundamentalmente desde 1936 a 1966. Durante esos 30 años hubo un cura, el sacerdote José Ponte y Méndez, vecino de La Orotava y miembro de la aristocracia, “que dio todo por el pueblo”. Su implicación con el barrio fue total, hasta el punto de que su recuerdo permanece aún hoy intacto en muchas personas del lugar y resulta casi inevitable hablar de su obra.

El teleclub

En materia social y cultural La Perdoma también ha sido un referente en la comarca y en la Isla. Sobre todo a finales de los años 60 y debido al movimiento Juventud Agraria y Rural Católica, con el que se identificaron muchas personas. También el teleclub, ubicado en la Casa Parroquial, cumplió un papel significativo. Su finalidad, además de que los vecinos pudieran ver la televisión, era la de convertirse en un punto de reunión y generar actividades, incluso deportivas y religiosas.

Los perdomeros siempre participaron en la vida del barrio. En la zona conocida actualmente como ‘El Bosquito’ se hacían reuniones de convivencia los fines de semana y las asociaciones de vecinos entregaban los premios de honor a todas aquellas personas que habían hecho algo por La Perdoma. El lugar concreto era un granero, en un local anexo donde hoy se encuentra la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Valle de La Orotava, que en ese entonces era la casa del medianero de la finca.

La Perdoma tuvo un antes y un después de la conocida manifestación de las velas, en 1978, una protesta vecinal encabezada por el sacerdote salesiano Víctor Rodríguez para reivindicar las necesidades de servicios básicos y comunicaciones que tenían los núcleos altos de La Orotava, entre los que también se encontraban Benijos, Aguamansa, Pinolere, Barroso, Candelaria del Lomo, La Luz y Pinolere.

Luis Melo fue uno de los que participó en dicha protesta junto a otros compañeros y vecinos. Ese acontecimiento, que originó la formación de la Agrupación Independiente Orotava (AIO), fue un revulsivo porque hasta ese momento el Ayuntamiento había permanecido “de espaldas al pueblo” y fue ese año, en 1979, cuando entraron concejales de todos los barrios. Melo fue uno de ellos y ocupó las áreas de Aguas, Luz y Barrios hasta 1981.

En materia de participación ciudadana La Perdoma ha sido pionera en muchos aspectos que repercutieron en la vida diaria de sus habitantes. La asociación de vecinos de San Jerónimo fue la única de toda España que solicitó, en 1978, una entidad bancaria para el barrio.

El 'boom' inmobiliario también repercutió en La Perdoma que aumentó considerablemente su población. Como consecuencia, fue necesario dotarlo de nuevas infraestructuras y mejorar las ya existentes. / MOISÉS PÉREZ

Agricultura y ganadería

Su tradición agrícola-ganadera viene desde la época de la conquista. Trigo, cebada, centeno y más tarde el millo, fueron los principales cultivos a los que luego se sumaron la papa, la viña, la cochinilla y la platanera. De hecho, todavía hay muchas viviendas que tienen su pequeña parcela de tierra con plantaciones de verduras y hortalizas o un pequeño huerto.

El cultivo de la viña tuvo consecuencias hasta la actualidad ya que la zona alberga importantes bodegas, como Tajinaste, El Ratiño, Bodegas El Valle, y la oficina del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Valle de La Orotava, además de una gran cantidad de guachinches. La ganadería no corrió la misma suerte a pesar de que llegó a haber hasta ganado ovino, además de vacuno y caprino.

Todas estas características han influido en una vida más próspera para sus habitantes y hacen que a una gran mayoría le cueste mucho irse de un barrio que, anclado en el Valle de La Orotava, tiene de todo. “Es un pueblo de otro pueblo”, subrayan.