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Te Mato > Alfonso González Jerez

El Gobierno marianesco tiene una táctica y una estrategia, como el amante del poema de Benedetti. Curiosamente la segunda está cargada de una ambigua sinceridad: vamos a sufrir muchos, queridos conciudadanos, y si usted me ve aquí, apretando las cuerdas del potro que le descoyunta los miembros, es porque no me queda más remedio. Pero admito que lo esté pasando mal: faltaría más. Puede chillar un poco, que todos somos humanos y no le voy a afear la conducta. La táctica, en cambio, es enteramente mentirosa y artera, como se ha podido ver en la comparecencia de la ministra de Sanidad, la señora doña Ana Mato, y más recientemente, en las intervenciones del ministro de Hacienda, el señor don Cristóbal Montoro, en el Congreso de los Diputados, y consiste en negar sistemática y precisamente lo que se está haciendo. De esta forma la señora Mato, minuto y medio antes de anunciar la nueva fórmula del copago, advirtió urbi et orbi que no se implantaría el copago, y el señor Montoro, en la tribuna de la Cámara Baja, insistió una y otra vez en que los recortes presupuestarios no afectaban a los sistemas públicos de sanidad y salud y que las subidas fiscales eran moderadas, justas y beneméritas mientras se negaba, en un debate presupuestario, a explicar cifras y porcentajes del proyecto de presupuestos generales del Estado. Sintéticamente el Gobierno de El Previsible admite que nos romperá la crisma por nuestro bien y simultáneamente rechaza, escandalizado, que nos haya puesto una mano encima.

En el caso de las reformas (léase: agresiones) propuestas por el Ministerio de Sanidad ha generado un pasmo generalizado la exclusión del sistema de sanidad pública de los inmigrantes no regularizados. La decisión no solo envilece moralmente la sociedad española, sino que está basada en unos supuestos estúpidamente erróneos. Como es costumbre en las últimas semanas, ninguna autoridad ministerial ha explicado la metodología empleada para cifrar en 500 millones de euros el ahorro a través de estigmatización sanitaria de los inmigrantes en situación ilegal. Con esta sórdida genialidad, la señora Mato conseguirá que aumenten las enfermedades -sin descartar las de carácter infecto-contagioso- entre la población inmigrante, colapsará los ya saturados servicios de urgencia y alentará las actitudes xenófobas de muchos contribuyentes. Cuando llegue una inmigrante sin papeles preñada para que se controle médicamente su embarazo se le señalará la puerta de la calle. Allá ella y su hijo. Como no puedo pagarme un abogado renunciaré a poner aquí por escrito lo que pienso de las hipotéticas entrañas de la señora Mato y sus congéneres gubernamentales.

En un parrafito, como de soslayo, se establece que los mayores de 26 años que no hayan cotizado nunca deberán inscribirse en un censo para que se les expida o no la tarjeta sanitaria, según sus ingresos. Como más de la mitad de los ciudadanos entre los 26 y los 31 años están desempleados su entrada o no en el servicio de salud pública dependerá de lo que discrecionalmente decida el Ministerio. Un acto de caridad. Te curo o no te curo. Te Mato o no te Mato.