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Universidades se equivocó dos veces> Manuel Iglesias

El episodio de la concesión a la Universidad de Las Palmas de la gestión la matriculación única en las dos universidades canarias, ha derivado por medio de las interpretaciones de prensa en un nuevo capítulo del pleito insular, según el cual fue la presión desde Tenerife lo que impidió una gestión de distrito único.

El tema de las universidades en un asunto sensible tanto en Gran Canaria como en Tenerife, porque podría decirse que distrito único ya existía cuando había un solo centro administrativo y fueron las instituciones grancanarias quienes lo rompieron, entre otras cosas por los intereses de un sector del profesorado de aquella provincia que veía sus posibilidades de promoción en la creación de nuevos cargos, cátedras y decanatos. Pero también porque se recogían unas ansias de la sociedad grancanaria por disponer de una universidad que se había convertido en bandera política regional, más allá de sus bondades o deficiencias educativas. Y si no se hubiera cerrado como se hizo, aún estaría en la virulencia de corporaciones y calle.

Volver a eso ya es inútil, porque aquel “distrito único” se deshizo y con la realidad de hoy ante los ojos hay que construir uno nuevo porque tiene sentido que ambos centros colaboren y creen sinergia para reducir burocracia, gastos duplicados y competencias innecesarias.

Pero si hay algo claro es que esto necesita del consenso. Habrá cuestiones que tendrán que unificarse bajo la dirección de Las Palmas y otras en las que será mejor que las encabece La Laguna pero en cualquier caso con un acuerdo entre ambas para lograr un contenido total y sin reticencias. Y eso aquí no se ha dado.

Más allá de la culpabilidad que a cada cual le corresponda por este rebrote del pleito insular, la principal responsabilidad en su génesis está en la Dirección General de Universidades, porque el proyecto no estaba bien construido -a la vista está que ha creado más problemas que soluciones- y cuando las cosas se han complicado, en lugar de calmar las aguas se han alterado más con las declaraciones del director general Carlos Guitián, echando las culpas a las posiciones desde Tenerife y sin mostrar comprensión hacia las mismas, aunque razones hay. Peor aún, como consecuencia ha demonizado a Tenerife y a la Universidad de Laguna, lo que ha servido para alimentar a aquellos que se complacen en el pleito, como puede verse en los titulares de la prensa grancanaria.
Si hay aspectos en los que conviene la prudencia y el deliberado ejercicio del equilibrio y de la búsqueda de consensos completos son aquellos que entran en cuestiones que se han visto tocadas por el pleito insular. Y evidentemete, el director general no ha tenido esa habilidad ni en el diseño del proyecto, ni para manejar lo sucedido después. Y ha sembrado una semilla envenenada, la que algunos van a guardar lo sucedido para enarbolarlo como agravio comparativo en otro momento, aquí y allí.