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Andrei zarpó de la Isla ilegalmente y será denunciado

ANDREI NOVOSELOV
Andrei Novoselov sostiene en la playa de la Punta de Abona, donde su velero varó en 2011, una hucha en la que la buena gente que acudió aquel agosto al lugar depositó la voluntad. Con el dinero, a El Corte Inglés, y de ahí... al naufragio. / JUAN S. SÁNCHEZ

JUAN S. SÁNCHEZ – TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Andrei Novoselov, el periodista ruso que fue rescatado el pasado fin de semana en pleno Atlántico gracias a las llamadas a su madre por un teléfono móvil, será denunciado como presunto autor de un delito de desobediencia a la autoridad y se le pedirán que sufrague los gastos ocasionados en el rescate, según explicó a DIARIO DE AVISOS el capitán marítimo provincial, Antonio Padrón.

En concreto, a Novoselov se le denunciará por zarpar ilegalmente de la Isla a pesar de la prohibición decretada por Capitanía Marítima, que tenía su velero retenido en la marina de San Miguel de Abona, en el Amarilla Golf, después de que se hiciese a la mar con el velero Overlander hace aproximadamente mes y medio desde Arico y tuviera que ser rescatado por la Salvamar, que lo remolcó hasta allí.

Padrón detalló que será mañana cuando se pondrá en conocimiento de la Fiscalía lo acaecido para que, si el Ministerio Público lo estima oportuno, ejerza las acciones legales ya descritas.

En cuanto a los gastos del rescate, que se prolongó durante 48 horas debido a que Novoselov llamaba por el móvil a su madre y ésta a su vez se ponía en contacto con la embajada rusa en París para que alertase a las autoridades españolas, Padrón recordó que lo más grave es “el riesgo que corren los profesionales por una conducta de este tipo”.

Además también hay que tener en cuenta que durante los siete vuelos que realizaron los dos helicópteros de Salvamento Marítimo (cinco el que tiene base en Tenerife y dos el de Gran Canaria) o cuando zarpó la Salvamar Alpheratz se corrió el riesgo de que tales medios de rescate fueran necesarios para otro servicio.

Costes

Sea como fuere, Padrón rehusó cuantificar la cantidad que se le reclamará a Andrei Novoselov, pero los especialistas consultados por este periódico apuntan que sólo en el combustible de los helicópteros cuesta unos 12.000 euros, por lo que la cifra final puede rondar los 15.000.

Otra cosa bien distinta será que el ruso pueda afrontar semejante pago, ya que desde que se encuentra en la isla de Tenerife ha vivido de la solidaridad de mucha gente del municipio de Arico, que día sí y día también se encargaron de proporcionarle comida y hasta alojamiento desde que a finales de julio de 2011 varó con su velero (al que rebautizó como Runaway Serf pero Overlander es su nombre oficial) en la Punta de Abona. Como recordarán los lectores, el barco tipo velero, ahora en el fondo del océano Atlántico, a unas 80 millas de Punta Rasca, se lo alquiló a un amigo en Francia.

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Huyendo de Putin

“En Rusia no hay libertad, sólo esclavos modernos. No hay derechos humanos ni es posible trabajar en oposición al gobierno”, aseguraba el año pasado Andrei Novoselov en Arico para explicar el por qué de su huida del país. “No hay ley ni democracia, es un país feudal”, insistía. Por eso salió de allí, por denunciar todos estos abusos en el periódico que él mismo fundó, el Zadoroshki Sech. “Y estoy mejor en Francia o aquí, sin dinero, que como estaba en Rusia”, afirma.

La trayectoria de Novoselov, de nuevo en Tenerife y ya sin velero con que llegar a Nueva York, que es su objetivo, arranca con los problemas surgidos por su condición de opositor al régimen de Putin. Perseguido y amenazado por el FSB, la antigua KGB, el periodista sólo tenía cuatro alternativas: ir a la cárcel, ser torturado, ser asesinado o escapar de su país. Pone como ejemplo a su amigo Valery Krasnobrigev, un expolicía de su ciudad natal, Krasnodar, a unos cien kilómetros del Mar Negro. Krasnobrigev comenzó a trabajar en la misma línea que Novoselov, a favor de los derechos humanos, hasta que la policía secreta rusa lo detuvo y lo ingresó en un hospital psiquiátrico, donde ha pasado los últimos siete años.

“Yo no puedo volver a Rusia porque iría a prisión o me matarían, seguro”, dice Novoselov cuyo objetivo, el salir de su país, era alcanzar territorio de los Estados Unidos, donde conseguir el asilo político para los ciudadanos de la antigua Unión Soviética es mucho más sencillo que en los países de la Unión Europea. Por eso se marchó de Rusia hacia Francia, donde alquiló el Overlander. Ahora está varado en Tenerife, y sobre él pesará una denuncia por desobediencia.

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