Periodistas del misterio > Ricardo Campo

Si bien no son un colectivo nuevo, sí ha proliferado en lo que va de siglo: se trata de una especie de presuntos periodistas que cuentan sus refritos de patrañas sobre enigmas y misterios en la prensa, la radio y la televisión, y no explican nada, ni aclaran ni ofrecen nunca una opinión crítica de los temas de los que se ocupan. Son como esos periodistas deportivos de bufanda, fanáticos incapaces de dar una visión racional y objetiva de nada que no sea su propio ombligo. Así, solo ven lo que cae en su campo visual limitado por las orejeras de la credulidad y el negocio rápido de la venta a las generaciones más jóvenes de historietas refutadas hace décadas. ¿Se imaginan un periodista especializado en economía que no sepa explicar los rasgos principales de la crisis?; ¿otro cuyo ámbito profesional sea la cultura y que no tenga la menor idea de literatura española? ¿Y uno de sucesos que se invente el número atracos que ha habido en un año?

La sábana santa es una pintura del siglo XIV; los ovnis no son naves extraterrestres, ni siquiera sabemos si existen los extraterrestres; las casas encantadas son un cuento para asustar a gente predispuesta; no existe el monstruo del lago Ness, ni el Yeti, ni ningún dinosaurio sin extinguir campa por parte alguna del mundo; la homeopatía y la acupuntura son brujería disfrazada con bata blanca y no curan nada; no hay médiums verdaderos y falsos: todos son personajes fraudulentos que se aprovechan como sanguijuelas de los sentimientos ajenos; los grabados de las piedras de Ica son un fraude ridículo perpetrado por los propios habitantes de esta zona peruana; las caras de Bélmez son pinturas y manchas normales que han sido explotadas por parapsicólogos y otros pillos; los poderes psíquicos solo los tienen los superhéroes de las películas; no hay energías revoloteando por ahí, ni se pueden almacenar ni controlar con las manos de ningún presunto dotado, etc.

Cuando lea o escuche alguna especulación sobre estos y otros muchos asuntos similares que provocarían auténticas revoluciones científicas si fuesen algo más que cuentos de la vieja majadera, indague en la capacidad del experto para resolver misterios; averigüe cuántos ha aclarado (cuantos menos éxitos en este sentido mayor será su inutilidad, como es lógico: ¿se imagina un comisario de policía incapaz de aclarar ningún crimen?) y en qué tipo de revistas o webs ha publicado sus hallazgos: cuantos más colores chillones tengan, cuantas más afirmaciones desorbitadas hagan, más probabilidades habrá de que todo no sea más que una bola fabricada con la finalidad de que usted abra la boca y se desprenda de su dinero sin que su orgullo se vea impelido a hacer preguntas.