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Contraseña de la vida, por Álvaro Díaz

La necesitas para todo. Antes de dar cualquier paso tienes que poner la dichosa combinación. Ayer, para no ser menos, fue también un día de contraseñas. Un domingo de esos en el que ni el rescate puede con el deporte. Así, la contraseña del Tenerife-Linense no tenía a priori muchos números y sí varias letras: n-o-p-e-r-d-e-r, pero fue sustituida por afición y jugadores chicharreros por una más directa: 3-2-y- s-i-g-o-s-o-ñ-a-n-d-o, aunque finalmente el defensa blanquiazul Raúl Llorente la dejó en: e-s-t-a-m-o-s d-e-p-u-t-a-m-a-d-r-e. También hubo contraseña en la final de Roland Garros entre Nadal y Djokovic: 6-4-6-3-2-6-1-2-m-e-j-o-r-l-o-d-e-j-a-m-o-s p-a-r-a-m-a-ñ-a-n-a, mientras que en la Eurocopa fue Del Bosque el que puso las cosas claras con su contraseña: 1-1-s-i-n-n-u-e-ve. Ya por la tarde y en Canadá, Hamilton, Alonso y Vettel coincidieron en la contraseña: f-1-d-r-s-y-t-e-a-d-e-l-a-n-t-o-p-o-r-q-u-e-e-s-t-a-s-s-i-n-r-u-e-d-a-s. Fue de esos domingos en los que la contraseña más codiciada fue la del mando de la tele, eso sí, después de la que muchos activarán hoy nada más levantarse y que es: y-a-m-i-q-u-i-e-n-m-e-r-e-s-c-a-t-a.