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Paulino gana por una nimiedad

Por Domingo Negrín Moreno

La alfombra azul del quinto congreso de Coalición Canaria se tiñó del rojo de la demorragia interna, después de que el debate de ideas derivara en un combate de personas. Tras una noche de café en grandes dosis, la tensión se disparó ayer. No hubo heridos, pero las heridas emocionales son sangrantes.

A Paulino Rivero no se la pasaba por la cabeza ocupar un cargo orgánico. Eso decía unas semanas antes, aunque luego lo matizaría con una sonrisa de enigmático significado al ser preguntado en una rueda de prensa junto a directivos de Telefónica. Estaba apagado o fuera de cobertura. Pues, vuelve a presidir CC. Si es a título honorífico, ¿para qué tanto jaleo? El jefe del Ejecutivo autonómico ganó por una nimiedad. Puso al majorero José Miguel Barragán en el puente de mando y él sale descolocado al evidenciarse la fractura de la organización en su circunscripción electoral (Tenerife). Los detractores de Rivero atribuyen su precario éxito a los favores otorgados a Gran Canaria -donde CC es residual- y a los mimos dedicados a las islas más orientales mediante un “repentino” ecologismo.

La jornada empezó con retraso debido a un atasco en los pasillos. La autocrítica atropelló las ambiciones particulares en la pista de coches locos. El carrusel de coros cambiaba de itinerario a cada rato. Los dirigentes bajaban del tiovivo con caras largas. “Los muchachos se están divirtiendo”, observó un veterano político comunista convertido a nacionalista, ya retirado, que contemplaba el imaginario movimiento de los asientos dispuestos en un círculo giratorio. Los compromisarios se recreaban en el recinto ferial de las vanidades. Como los ánimos estaban caldeados, unos a otros se iban arrojando jarros de agua fría. Tanto fue el empeño que más de uno se quedó helado.

Los trabajos técnicos de la ponencia de estructura finalizaron a las cinco y media de la madrugada y a las nueve menos cuarto terminó la redacción el documento con las enmiendas admitidas. “Ponte aquí, por si tenemos que salir corriendo”, bromeaba un delegado que llegaba al plenario con el semblante desencajado. Le aguardaba una sesión entretenida. Manuel Hermoso, Ana Oramas, José Miguel Ruano, Ricardo Melchior, Efraín Medina y Cristina Valido votaron en contra del nuevo modelo de partido. Paulino Rivero, Antonio Castro y José Miguel Barragán negociaban en los reservados. El deváter era extreñidamente acalorado.

A la hora de la verdad, Melchior pidió una votación secreta para garantizar la “plena libertad” de expresión. La solicitud fue aceptada a mano alzada. El recuento de las 862 papeletas depositadas en 9 urnas aceleró el ritmo cardiaco y la resolución de la incertidumbre alivió el sufrimiento.

El alcalde chicharrero, José Manuel Bermúdez, arrimó ascua a su sardina y renunció a integrar la ejecutiva. Para felicidad, la de Carmen Steinert. ¡Qué mejor regalo de cumpleaños que el nombramiento como secretaria de Organización!