nombre y apellido >

Victoria Grant > Luis Ortega

Nadie -ni los antiguos directivos del invencible e insaciable tiburón que se comió cuanto pudo- ni Rodrigo Rato (y sus colaboradores), que disputó la presidencia, perdió su prestigio y ganó una escandalosa indemnización por oficiar el funeral- explica lo que pasó con Bankia, ni nos advierten de casos parecidos que puedan aparecer próximamente, como contamos ayer. Las únicas noticias en torno a esta baladronada, son que el director del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez adelanta en un mes su jubilación -situación que le librará, seguramente, de comparecer en el Congreso de los Diputados, y que quienes pueden, y deben, hablar están mudos. Entre tanto misterio y silencio, el personal está revolucionado por una simple y convincente explicación de las causas de la crisis de nunca acabar que, como la misma crisis, vino de Estados Unidos. “Los bancos dan un dinero que no tienen; aprietan un botón en un simple ordenador y generan un dinero falso en el aire. En realidad no tienen nada en sus cámaras. Con estos poderosos argumentos, Victoria Grant explicó ante una audiencia especializada, y luego lo difundieron Facebook y Youtube “porque los bancos , a diario, se enriquecen y nosotros somos cada vez más pobres; ellos, los bancos, son los causantes de la crisis”. En veinticuatro horas, doscientos mil internautas -y a lo largo de mayo se multiplicaron por diez las entradas – siguieron la intervención de la pequeña de doce años, porque, como explicó el economista Sanpedro “la niña, con una sencillez didáctica y una sinceridad aplastante, dijo las verdades del barquero”. Las más prestigiosas revistas económicas, incluida Forbes, se han hecho eco de la proclama, en principio dedicada a su país, Canadá, pero válida para todo el entorno occidental, que siguió sin fisuras la codiciosa estrategia de las primeras entidades norteamericanas. “Resulta obvio que estamos siendo robados y timados por el sistema financiero -que, en distinto grado aplica la misma perversión en cualquier parte- y un gobierno cómplice”, incapaz y desinteresado en regular sus actividades. La intervención de la muchachita en el Public Banking Institute de Filadelfia pivotó sobre una afirmación incuestionable: “Los bancos perjudican a los gobiernos tanto como a los clientes, ya que estos pagan impuestos –-y pierden servicios- para cancelar la deuda pública.. Es decir, los bancos perjudican por partida doble a los ciudadanos”.