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¿Al fin vacaciones?

¡Eurodisney no significa que está en Europa, sino que hay que gastar euros todo el rato! (Víctor Andreu)

Por Leocadio J. Martín Borges*

Estamos todos esperándolas con ansia, anticipándolas como un tiempo de felicidad, de relax, de estar con los nuestros, de viajar, de conocer sitios nuevos. Algunos, incluso, de obras en casa, ¡hay gente para todo!.

Si le preguntamos a alguien que está disfrutando de sus vacaciones, cuál es su estado de ánimo, lo más probable es que obtengamos una respuesta positiva. Es lo que hizo Jeroen Nawijn en un estudio durante 2008 y 2009, que encontró que casi el 96% de aquellos lo describían como muy satisfactorio, independientemente de la edad o sexo. Nawjin concluyó que, a pesar de que hay viajes que se conviertan en auténticas pesadillas, éstos son la excepción. La llamada “tristeza vacacional” parece no existir, al menos, para la mayoría.

Basándose en sus estudios observa que los sentimientos vacacionales varían siguiendo una curva. Al principio, las emociones están más bien bajas, entre el 10 y 80% de esa curva, las personas disfrutan del corazón, de las vacaciones. Cuando queda un 10% de tiempo para acabarlas el estado de ánimo baja, como, por otra parte, es natural. Sorprendentemente, estos estados no parecían estar relacionados con el tipo de vacaciones de que se tratase.

Pero, en ocasiones, las vacaciones no empiezan como esperábamos. La anticipación y excitación nos pueden introducir en una espiral que puede provocar tanto estrés como en los peores momentos de nuestro trabajo. Esta anticipación, combinada con las negociaciones con nuestra pareja, hijos, familiares o amigos, pueden propiciar un cóctel explosivo que haga saltar por los aires nuestro ansiado descanso.

Parte de lo que ocurre en términos de cambios y ansiedad puede ser debido al propio ajetreo del comienzo. O puede ser causado por las muchas cosas que escapan de nuestro control en estos meses. Muchos se estresan de tal forma al principio de las vacaciones que experimentan dolores de cabeza, insomnio, e irritabilidad antes de empezar o en los primeros días.

Pero ¿qué es lo que provoca este estrés?¿Cómo podemos manejar estas consecuencias indeseables de las vacaciones?

A medida que las vacaciones se acerquen, vigilemos los posibles síntomas de estrés que puedan estar apareciendo. De esta forma seremos capaces de anticipar la ansiedad y manejarla.

Recordemos que son nuestras vacaciones, una actividad voluntaria, al menos para los adultos. Repasemos lo que es más importante, qué es lo que realmente queremos hacer. Reservemos tiempo para nosotros y para las personas que queremos y nos importan.

No tenemos que asistir a todas las fiestas o lugares que nos inviten. Planifiquemos un viaje con descansos y no compremos aquello que no deseemos realmente. Ciñámonos a un presupuesto e intentemos no superarlo. De esta forma, parte del estrés que anticipamos por los gastos del periodo vacacional disminuirán.

Las vacaciones son periodos que están llenos de momentos muy especiales. Momentos que nos gustaría embotellar y saborear cada vez que pudiésemos. ¿Cuáles son? Dos investigadores de la Universidad de Aalborg se lo preguntaron, en un interesante estudio, publicado en 2005.

Encontraron que los resultados variaban en gran medida si le preguntaban a los niños o a sus padres. Para los primeros, lo especial estaba basado en las experiencias sensoriales, como montañas rusas o el tacto correoso de la lengua de la jirafa. Para los padres, lo esencial era la relajación, al mismo tiempo que saber que los niños se lo pasaban bien, que disfrutaban.
Los padres destacaban además, que a pesar de que pasar tiempo juntos en vacaciones es una de las grandes experiencias del periodo, hay que asegurarse que cada uno de los miembros disponga de espacio y tiempo para ellos mismos.

Para terminar, me gustaría destacar un curioso fenómeno que tiene lugar cuando nos vamos de vacaciones: “El efecto color de rosa”. Este efecto se acuñó a finales de los noventa por Terrence Mitchel en la Universidad de Washington. Tras estudiar diversos grupos en periodos vacacionales y duraciones diferentes, concluyeron que la gente anticipa y recuerda haber disfrutado las vacaciones incluso mucho más de lo que lo hace cuando se encuentra en el momento de las mismas.

La principal razón para este desfase parece ser que, mientras estamos inmersos en las vacaciones, los pequeños inconvenientes que surgen (llueve en la playa, el avión se retrasa, o uno de los niños se pone malo) se diluyen al pasar el tiempo. El “efecto color de rosa” se encarga de maximizar los buenos momentos y pasar a incluirlos en nuestra memoria como las verdaderas vacaciones.

En definitiva, las vacaciones son un magnífico periodo para disfrutar de la familia, leer el periódico por las mañanas o pasear por nuestros montes, sin olvidarnos de los viajes a lugares desconocidos que nos permiten recuperar, al menos durante unos días, esa maravillosa sensación de exploración y descubrimiento que enriquece nuestra vida.

*Psicólogo
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