Como hemos dicho en reiteradas ocasiones, la economía es también un sentimiento, y emana de la confianza, que solo llegará cuando seamos capaces de crear las condiciones adecuadas para transmitirla. El turismo, como todos los sectores, habrá de participar de ese clima de confianza para seguir siendo decisivo en nuestro sistema, y contribuir a la recuperación definitiva de Canarias y de España. Es fundamental que articulemos, para ello, una acción estratégica coordinada.
La situación actual exige que volvamos a ser emprendedores, pues no se trata solo de recuperar, sino también de innovar, de hacer que todos los sectores tiren de la economía en el mismo sentido. Debemos actualizar la normativa de calidad y trabajar en la modernización de infraestructuras turísticas, mejorar la formación con un plan de excelencia turística que fortalezca, además, nuestro conocimiento de idiomas, y trabajar en las marcas. Hablamos de la marca España, que vende y suma por sí misma, pero muy especialmente Canarias, que añade nuestras características.
Todo ello junto a nuevas medidas que pasan por reinventar la oferta complementaria de ocio y consumo que ofrecemos a nuestros visitantes. Así, hemos de afrontar la rehabilitación de establecimientos hoteleros, espacios y dotaciones turísticas e infraestructuras. Como disponemos de menos fondos públicos, habrá que mirar hacia la iniciativa privada. Las empresas habrán de invertir en esta labor de actualización y empeñar su capital y esfuerzos en mejorar instalaciones. Hablamos de los criterios de responsabilidad social corporativa que siempre hemos defendido, pero también de la clara implicación de la empresa en el desarrollo de una sociedad moderna como la nuestra.
La gran maraña burocrática de la que nos hemos rodeado es la clave. Normas de imposible cumplimiento, registros de actividad que no sirven para nada, impuestos de toda índole y una complicada legislación sobre el suelo vienen a dar la razón a los analistas, que coinciden en destacar que la economía española está excesivamente intervenida por lo público y que falta un sector privado libre de burocracia que nos ayude a revertir la actual situación: una función, una administración.
Nos hemos dotado de un sistema normativo muy rígido que dificulta toda actividad privada, y es un hecho que no todos podemos trabajar para la Administración pública. En Canarias, la situación es todavía peor, con centenares de empresas públicas y organismos que hacen las funciones que corresponden a los particulares. Es preciso que se permita que la iniciativa privada pueda acceder, con las debidas garantías, a financiar las acciones de mejora que necesitamos, y, a cambio, que se establezca un sistema de líneas de crédito, incentivos fiscales y de uso del dominio público, con concesiones administrativas sobre las obras ya finalizadas.
De la misma manera, también la formación de nuestros profesionales habrá de compatibilizar la enseñanza pública y concertada con centros privados homologados. Tenemos que fomentar el bilingüismo, como también la creatividad y el talento de nuestro sector. En el caso de Canarias, el turismo habrá de avanzar por el camino de la sostenibilidad y el equilibrio entre la protección de la naturaleza y el aprovechamiento de nuestros recursos. Hemos de saber rentabilizar el medio rural y marino para poder ofrecer algo más que sol y playa y embarcarnos en el turismo científico, astronómico, de congresos o médico. El Plan Nacional e Integral de Turismo está concebido como una hoja de ruta que incide en lo que nos ha hecho fuertes en otras ocasiones. Además, trabaja con las comunidades autónomas, los ayuntamientos y las organizaciones empresariales. Con todos.
El turismo es una actividad estratégica para un destino maduro como Canarias, pero no hemos de dormirnos. Debemos relanzar nuestras políticas de promoción y reinventarnos como destino, con el claro objetivo de profundizar en la línea global de actuación del Gobierno de España de creación de empleo estable y de calidad.
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