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Un humilde misionero hecho santo

NICOLÁS DORTA | Granadilla

A la eucaristía celebrada en Guatemala acudieron hace 10 años miles de fieles. / MOISÉS PÉREZ

“Mucha gente le rezaba ya antes de ser santo. Al principio era un cuadro y luego se encargó hacer la figura”, dice José Ventura, con 82 años, 35 siendo párroco en Granadilla, ahora jubilado, aunque su vitalidad le permite seguir dando misas. Se refiere Ventura al Hermano Pedro de San José Betancur, venerado en Ciudad de Santiago de los Caballeros (Guatemala), donde vivió como misionero ayudando a los pobres, y murió en 1667. Nació en Vilaflor en 1626.

El pasado 30 de julio se cumplió el décimo aniversario de la canonización del Hermano Pedro, el primer santo canario, y lo cierto es que este hecho se ha celebrado modestamente, pues que se sepa no se ha llevado a cabo ningún acto multitudinario que haga mención a dicha canonización celebrada en Guatemala, donde el Hermano Pedro fundó en 1653 la orden de los Hermanos de Belén, o Betlemitas. Dos misas, una en la Cuevita de Granadilla y otra en Vilaflor, han recordado a esta figura religiosa, nada comparado con las multitudinarios eucaristías y festejos de hace diez años.

Experiencia única

José Ventura estuvo presente en la canonización del santo canario en Guatemala, presidida por su Santidad el Papa Juan Pablo II. Explica que el proceso comenzó hace más de tres siglos en la localidad de Antigua y culminó en la tarde del 30 de julio de 2002 con la celebración de una eucaristía, en la que el Papa declaró solemnemente la santidad del ya beato y ordenó su inscripción en el catálogo de los santos, fijando el día de su fiesta el 26 de abril por coincidir la fecha de su muerte con la del evangelista San Marcos. “Fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida”, explica el párroco mientras muestras fotografías del viaje, donde un despiste hizo que le robaran la cartera y los documentos de identidad, que afortunadamente pudo recuperar nada más regresar a Tenerife, comenta. También viajaron numerosas personas tanto de Vilaflor como de Granadilla, autoridades regionales, insulares y municipales, vecinos y devotos del santo, entre ellos cuatro miembros de los betlemitas. Flores, velas y humildes ofrendas son las que marcaban estos días el fervor con el que la gente homenajeaba al recién canonizado.

El “ pastor de los más pobres” recibió, con la misma humildad con la que vivió el regalo de aquellos que materialmente tienen poco; cientos de obsequios de las personas que lo veneraron. En Tenerife, las misas y los actos relacionados no pararon en ese año. En agosto se realizó una misa de acción de gracias en la catedral de La Laguna seguida de una procesión con la imagen del nuevo santo. La cuevita de Granadilla en la que se refugiaba el Hermano Pedro fue escenario de otra eucaristía de acción de gracias. También en el santuario de Vilaflor del que se encargan las hermanas Betlemitas.

La canonización del Hermano Pedro Fue todo una acontecimiento en Guatemala. A la misa acudieron cardenales, obispos y unos 800 sacerdotes, además de un coro integrado por hombres y mujeres pertenecientes a las parroquias guatemaltecas. “Me sorprendí con la buena educación de la gente en Guatemala”, me paraban para pedirme la bendición”, explica a DIARIO DE AVISOS José Ventura. Vilaflor ha cambiado desde la canonización de este pastor. De hecho se creó el 28 de abril del propio 2002 un santuario en su honor. En la plaza hay una estatua que recuerda su figura. Se ha fomentado junto a Granadilla la llamada “Ruta del Hermano Pedro”, celebrada cada año, donde los caminantes reviven el sendero que este pastor que recorría desde la cumbre a la costa. En Granadilla se reformó la cuevita donde se suponía pasaba las noches para descansar con el ganado. Quizás ahora se pueda hablar de “turismo religioso”.

El Hermano Pedro de Betancour era un hombre sencillo, como su vida, lejos del enorme revuelo que se montó para santificarlo. Quizás hubiese preferido tan solo modestas eucaristías, como las del pasado 30 de julio.