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Éxito – Por Alfonso González Jerez

En Portugal la gente se echó a la calle, decenas de miles de ciudadanos pateando el asfalto y la irritación, para rechazar los nuevos recortes salariales decretados por el Gobierno luso, y lo han conseguido, siquiera momentáneamente. En España no, por supuesto. En España se trataba ayer de lograr la dimisión del Gobierno, la inmediata convocatoria de comicios y la elección de un Parlamento constituyente que elaborara una Carta Magna en la que el capitalismo financiero internacional muerda el polvo para siempre. Aunque escribo este articulejo a una hora temprana no parece apresurado aventurar que los objetivos no han sido cubiertos. Unos 12.000 manifestantes han dado tumbos entre vallas y cordones policiales en las proximidades del Congreso de los Diputados. Las fuerzas del orden han contribuido a desordenar lo suyo. Ya en las últimas semanas, aprovechando la ocasión, han puesto en práctica la nueva filosofía policial de Mariano Rajoy su cuadrilla: el disidente es un sospechoso y ellos deciden (faltaría más) quiénes son los disidentes. Se han practicado detenciones ilegales, se ha instalado controles policiales dignos del Beirut de los años ochenta y se han reiterado los abusos a palo limpio, a veces estúpidamente provocados, pero otras muchas no. Ha sido un magnífico campo de pruebas para los jerifaltes del Ministerio del Interior y de la Delegación del Gobierno en Madrid. Unas maniobras de entrenamiento de singular valor para el futuro próximo.

En contra de lo que pueden opinar muchos, sostengo que, desde un punto de vista cuantitativo, la manifestación Rodear el Congreso ha sido un éxito. La mayor parte de los ciudadanos españoles que quieren cargarse la democracia parlamentaria y que consideran el ordenamiento constitucional vigente una miserable pantomima estaban ahí. Pero esa circunstancia, precisamente, ilustra el fracaso de esta convocatoria: ha sido fieramente política, programática e ideológica. No ha buscado una plataforma común de reivindicaciones inmediatas que cruce y relacione generaciones, segmentos profesionales, perspectivas culturales e ideológicas, sino expresar el desideratum pueril de unas izquierdas que buscan cambiar la política sin hacerla.

@AlfonsoGonzlezJ