EL DARDO > Leopoldo Fernández

La sentencia > Leopoldo Fernández

A través de sus portavoces, los familiares de las 154 muertos y 18 heridos del avión de Spanair que se estrelló en Barajas el 20 de agosto de 2008 han expresado, más que descontento y frustración, su profunda discrepancia con la sentencia de la Audiencia de Madrid que ha archivado la causa penal abierta tras el accidente y ha considerado que sólo los pilotos del vuelo JK 5022, que perecieron en el siniestro, son los responsables de lo ocurrido. Tampoco el sindicato de los pilotos y el colegio oficial de estos profesionales se muestran satisfechos con el fallo judicial, por considerar que no se ha investigado la cadena de responsabilidades y malas prácticas que desembocaron en la tragedia. Es posible que la desaparecida compañía aérea tenga también algunas responsabilidades sobre inspección y supervisión de la aeronave accidentada, en momentos en que la propia Spanair reconoció que sufría severas dificultades económicas para seguir operando. Y no es menos descartable la aparente responsabilidad de la empresa fabricante del avión, Boeing, por no corregir las disfunciones del manual de vuelo que siguieron los técnicos a la hora de reparar la avería detectada antes del despegue. Con todo, cuando se trata de la vida de personas inocentes, no es fácil dejar de lado los sentimientos y prejuicios propios de estos casos, aunque -como ha sucedido- tampoco la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación advirtiera culpas en actores distintos de los pilotos. No queda, pues, más remedio que acatar la sentencia y, si procede, recurrirla en casación, al margen de las acciones civiles de reclamación de indemnizaciones previstas por las leyes. Y aceptar que, problemas técnicos al margen (no sonaron las alarmas, por ejemplo), los pilotos olvidaron desplegar los flaps y los slats, con lo que se hizo imposible el vuelo del aparato. Lástima que no se pudiera entrar a fondo en estas cuestiones -reservadas para un juicio oral- porque en tal caso seguramente se habrían podido aclarar eventuales negligencias y quién sabe si culpas penales. No creo que una causa de esta complejidad se solvente, sin más, con condenas a penas de cárcel, pero al menos debería servir para esclarecer las circunstancias que deriven en una mejor y mayor seguridad, condición indispensable para el correcto funcionamiento del transporte aéreo.