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Tolerancia cero > Jorge Bethencourt

Existen algunos imbéciles, aquejados de daños cerebrales irreversibles, que de cuando en cuando matan en nombre de un dios cristiano que predica la paz. Pero hemos de reconocer, incluso los ateos, que la Iglesia Católica ha dejado de hacer proselitismo a punta de pistola.

Atrás quedaron los tiempos de la conquista de de América con aquella política de la cruz en el pecho y la espada en el culo. O la persecución de herejes y supuestas brujas a los que se pasaba por las brasas. O los expolios, robos y conquistas denominados Cruzadas. O el tenebroso comportamiento de la Iglesia durante la II Guerra Mundial y el genocidio de los judíos, por hablar de algo mas reciente.

La Iglesia Católica ha desembocado en el siglo XXI mejorando su poderosa organización desde el punto de vista financiero y social. Pero a ningún obispo se le ocurre lanzar una condena de muerte contra un humorista que fríe un crucifijo en la televisión, contra la portada de una revista que se burle de dios o por una obra de teatro en que apóstoles y vírgenes salgan ligeros de ropa. Suele haber palabras de condena, protestas y poco más, que usualmente sirven de publicidad para el producto.

A veces nos dicen que el Islam es una religión pacífica donde sólo una minoría de extremistas cometen actos reprobables. La realidad nos muestra que eso es falso. Que una preocupante mayoría de musulmanes están abonados a un fanatismo religioso que no conoce límites. La pobreza, la manipulación por las autoridades religiosas, la furia contra una sociedad occidental demonizada, son el caldo de cultivo para que surjan las llamas de la violencia. Quemar un libro del Corán, hacer una caricatura de Mahoma en una revista humorística o estrenar una chabacana película sobre el profeta, puede provocar la muerte de cualquier occidental que tenga la mala suerte de trabajar o estar en un país islámico.

Mientras se levantan mezquitas por toda Europa, mientras se defiende la libertad de llevar velo o burka, mientras intentamos respetar las costumbres y creencias de los musulmanes en una sociedad tolerante, en países islámicos se practica una guerra de religión propia del medievo. La primavera árabe ha cambiado a dictadores sangrientos por masas enardecidas por predicadores radicales de la yihad. Occidente y EE.UU. han apoyado la caída de tiranías civiles o militares para instalar dictaduras religiosas extremistas. Lejos de evolucionar hacia la tolerancia, el Islam sigue manteniendo su derecho a lavar supuestas ofensas intelectuales con sangre de víctimas colaterales dentro o fuera de las fronteras de sus países. Nos aferramos a que la violencia radical islámica es cosa de unos pocos extraviados. Pero lo que parece extraviada es una religión que incorpora la guerra y el asesinato como pieza de convicción.

@JLBethencourt