las pequeñas cosas>

Como la vida misma> Por Irma Cervino

Ver la tele sin moderación puede causar efectos secundarios indeseables. Eso es, exactamente, lo que le ha pasado a Úrsula y a Brígida, las hermanas presidentas de la comunidad de vecinos de mi edificio. Úrsula fue la candidata más votada pero solo aceptó ponerse al frente si la acompañaba en el cargo su hermana pequeña. La mayoría aceptó, o más bien pasó de tamaña estupidez. Después de casi un año sin aparecer, siquiera por el ascensor, ahora ha resurgido el tándem y lo ha hecho para llevar a cabo la mayor subida de cuota en la historia de este edificio.

Según me comenta el del tercero izquierda, que es el tesorero de la comunidad, las cuentas se han inflado de tal manera en los últimos meses que se ha creado una burbuja inmobiliaria que está a punto de estallar. Y lo peor de todo es que la decisión de pedir más dinero se ha tomado sin contar con los propios vecinos, que nos hemos enterado a través del boletín informativo que edita el del primero derecha, el responsable de comunicación vecinal. Él insiste en no haberse enterado hasta el último minuto. Menudo informador tenemos. Lo cierto es que, desde hace una semana, la situación está que arde en el edificio. Tanto es así que los Rodríguez y los Padilla han rodeado el segundo derecha, la vivienda de las hermanas presidentas, que no han podido salir a comprar el pan ni a tirar la basura en todo este tiempo. La cosa huele cada vez peor. El otro día, a través del patio interior, escuché a una de ellas decir que lo que están haciendo los vecinos es ilegal. “Si continúa este cerco, llamaremos a la policía. Y no creo que tengan contemplaciones de ningún tipo con esta gentuza. Les echarán por las buenas o por las malas”, sentenció.

Raúl Padilla, el padre de una de las familias apostadas frente a la puerta, es el más combativo de todos los del movimiento 2D, que es como han decidido bautizarlo, en clara alusión a la vivienda de las hermanas. El pobre hombre se queja de que llevamos más de tres años pagando una cuota mensual elevada y que, ahora, la han triplicado. Además, también se ha enterado de que las hermanas presidentas tienen previsto endurecer los recortes en infraestructuras, con lo cual no se llevaría a cabo el arreglo del ascensor, previsto desde 1987. El del primero derecha tampoco sabía nada de esto.
Para el tesorero, que ha decidido presentar la dimisión irrevocable, lo peor es cómo están manejando esta situación y cree que, al final, tendremos que pedir un rescate financiero a la urbanización de enfrente. Ellas no quieren ni oír hablar de ayudas y lamentan que se haya llegado a esta crítica situación por la herencia recibida de Antolín, el antiguo presidente.