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Complejos> Por Juan Manuel Bethencourt

Lo peor del único ministro isleño en la actualidad, José Manuel Soria, no es lo que dice sobre el Archipiélago y su acontecer. Lo peor es lo que dice y su comparación respecto a lo que no dice sobre otras comunidades autónomas. La adscripción de Canarias al Fondo de Liquidez Autonómico, por unas cantidades ciertamente moderadas, acordes con sus índices autorizados de endeudamiento, es el penúltimo ejemplo de una línea dialéctica que solamente revela una visión acomplejada de la realidad. Porque no se conocen declaraciones de Soria en las que se inste a Cataluña, Andalucía o Castilla-La Mancha al agradecimiento por el uso de un mecanismo estipulado legalmente. Porque si a fin de cuentas solamente estamos ante la utilización de herramientas ya previstas en la Ley de Estabilidad Presupuestaria, entonces no hay margen para esa clase de manejos, porque las instituciones no se hacen favores, trabajan coordinadamente en el marco que ellas mismas se han dado. Lo que tendría que hacer José Manuel Soria, como mínimo, es tratar a su comunidad autónoma como al resto, que no están las Islas para soportar nuevos ejercicios ministeriales de influencia negativa. Con eso hay que admitir que Canarias no ha tenido demasiada suerte, pues, salvedad hecha de los años de Jerónimo Saavedra al frente de las carteras de Administraciones Públicas y Educación (1993-1996), la nueva democracia española no ha tenido un ministro canario que fuera particularmente sensible con la agenda de las Islas en el Gobierno central. Pero el ejemplo supremo lo representa Soria, a quien tampoco le parece urgente la revisión del sistema de financiación autonómica, que a su vez critica aunque lo negociara él mismo como consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias que era en 2009. El Ejecutivo autonómico firmó entonces un documento claramente imperfecto, y lo hizo porque el voto negativo implicaba asumir una situación aún peor. Todo esto se traduce en 380 euros menos de financiación por habitante y año, cuestión que urge revisar en el marco del debate abierto sobre la sostenibilidad de las cuentas autonómicas. Es simplemente razonable hacerlo, estamos ante uno de esos asuntos en los que la coincidencia entre las principales fuerzas políticas canarias debería ser un requisito previo evidente, aunque el PP insular, prisionero de su servilismo, no termine de entenderlo. Pero claro, sostenibilidad amparada en cifras reales, en condiciones equitativas, no en maltratos que se consolidan, e incluso se refuerzan, por estrategias personales o rencores pretéritos.

@JMBethencourt