fauna urbana>

Divorcios políticos> Por Luis Alemany

Posiblemente resultaría difícil determinar si resulta más conflictivo el divorcio de un matrimonio por amor, o el de un matrimonio de conveniencia; porque en ambos casos -claro está- se lamenta la abolición de lo que pudo haber sido y no fue, o -más aún- de lo que se deseó que fuera y se frustró; de tal manera que (tal vez en consecuencia) cualquiera de ambos divorcios provoque la nostalgia, la añoranza o el rencor de los bienes de distinta naturaleza que se pretendían al acceder al tálamo: ya sean sentimentales (en los matrimonios por amor) o materiales (en los matrimonios de conveniencia); pero bienes -en última instancia- que se han perdido, y cuya pérdida no puede por menos de condicionar (para bien o para mal: casi siempre para mal) el carácter de los perdedores.

No puede uno por menos de plantearse estas epidérmicas reflexiones ante el divorcio político de Julio Pérez y el alcalde de Santa Cruz de Tenerife José Manuel Bermúdez: un efímero matrimonio de conveniencia, porque en política (por suerte o por desgracia: piensa uno que por suerte) nunca se producen matrimonios por amor: en cualquiera de lo casos, este divorcio se remite a una cuestión estrictamente personal, porque la deserción municipal de Julio Pérez no empequeñece el contubernio entre los socialistas y ATI (CC no existe), que prevalece tras su partida y puede seguir rigiendo las andaduras municipales de esta capital, aunque no quede más remedio que reconocer que tal abandomo frustra muchas de las expectativas que algunos podían haberse planteado al respecto de una alcaldía mancomunada de más plural, serena y -¿por qué no?- profunda reflexión; por más que seguramente resultaría injusto descalificar para tales actividades a los socialistas que sustituyan a quienes se ausentan.

Dicen que la política es el arte de lo posible, y -en consecuencia- piensa uno que los matrimonios de conveniencia que allí se producen, y los posteriores divorcios (también de conveniencia: claro está) seguramente formen parte de una insolayable estructura, que no permite tomársela lo suficientemente en serio como para albergar excesivas esperanzas con respecto a su desarrollo, como ahora y casi siempre: ¿hic et nunc?