claroscuro>

Mi temporal o tu enfermedad> Por Saray Encinoso

Es como el huracán Sandy. Se puede seguir su evolución en todo momento, comprobar sus destrozos y pronosticar su avance. La crisis está perfectamente monitorizada. Todos -a excepción de la ministra Fátima Báñez- intuimos cómo se comportará la tormenta y qué tragedias dejarán las escorrentías que se produzcan en las zonas donde antes hubo fuego. Los organismos competentes nos cuentan cada mañana la evolución de este fenómeno adverso, nos recuerdan que estamos en permanente alerta roja y nos aseguran que tienen activado el Plan de Emergencias. Sin embargo, a medida que transcurren los días y las semanas la tragedia es mayor. Las víctimas no son evacuadas. Se han quedado aisladas y no tienen a quién recurrir.

Hace mucho tiempo que las administraciones no ofrecen un discurso alternativo. Llueve y llueve, y la única respuesta que nos dan es que no hay techo para que nos cobijemos todos. Esta semana, al presidente del Gobierno de Canarias no le quedó más remedio que hablar de los despidos en el sector público. Antes que él, otros lo habían hecho. El presidente de la CEOE, José Carlos Francisco, había cifrado en 5.000 las personas que “sobran” en el sector público como consecuencia de los cambios en la economía.

“Hay que darse cuenta de que estamos enfermos; ya estamos en el hospital, pero algunos no quieren ir a quirófano”. En el Gobierno central piensan lo mismo: ayer se publicó en el BOE la norma que permite despidos colectivos en las administraciones cuando las transferencias a ayuntamientos o comunidades autónomas bajen un 5% en un año o un 7% en dos. La tormenta continúa.

Con esta mezcla de términos meteorológicos y médicos nos intentan convencer de que esta crisis es igual que una enfermedad incurable o un tsunami. No es cierto. Esa es la diferencia entre la economía y la meteorología o la medicina. Todas son ciencias inexactas, pero no se mueven en el mismo grado de incertidumbre. Es posible que los políticos actúen como médicos. También que prefieran usar la meteorología como ciencia de cabecera. No obstante, deberían tener en cuenta que los profesionales, sean de la rama que sean, asumen sus responsabilidades. Y eso es algo que brilla por su ausencia. Mientras ellos recetan medicinas y prevén tormentas, la gente se queda a la intemperie.

@sarayencinoso