Sin complejos>

Venezuela vota hoy> Por Fernando Fernández

Cuando usted lee el Diario en esta mañana dominical, estarán abriendo los colegios electorales en Venezuela, hasta donde he venido por encargo del Observatorio para la Democracia del PNUD. Se elige al próximo presidente de la República. Todas las elecciones son importantes en las democracias, pero por primera vez en 15 años, los venezolanos tendrán ocasión de elegir entre dos opciones potencialmente ganadoras. Entre la continuidad del régimen bolivariano del presidente Hugo Chávez y el candidato único de la oposición, que apoya a Henrique Capriles, de larga experiencia a pesar de su juventud, primero como alcalde de Baruto y gobernador del Estado Miranda.

Nada de lo que ocurre en Venezuela nos es ajeno, la población canaria tiene lazos familiares y afectivos con un país que forma parte de nuestra biografía. Esto me ahorra explicaciones innecesarias sobre lo que durante las próximas horas se está decidiendo aquí. El país ha vivido apasionadamente una larga campaña electoral, marcada por la enfermedad de Chávez, cuya exacta naturaleza y dimensión aún hoy tiene más incógnitas que certidumbres. Frente a él, Capriles se ha mostrado como un candidato formidable, con capacidad para unir a una oposición históricamente fragmentada y con capacidad para ilusionar a millones de venezolanos, especialmente a los más jóvenes y a unas clases medias históricamente descreídas de la política por los males crónicos de la política venezolana. Aquellos que hicieron posible el triunfo de Chávez en 1998, la endogamia partitocrática y la corrupción.

Conocí a Chávez en 1999, en los días posteriores a las inundaciones del Litoral que causaron millares de muertos y desparecidos. Y a Capriles en 2004, cuando fue detenido y llevado a prisión, acusado de participar en un asedio a la Embajada de Cuba durante las horas que siguieron al frustrado golpe de estado de abril de 2002. Con ambos mantuve numerosas entrevistas y, en el caso de Chávez, largas conversaciones en el Palacio de Miraflores. La relación con Chávez se interrumpió abruptamente en 2007, con motivo del cierre de Radio Caracas Televisión, que yo denuncié en diversos foros. Eso me permite asegurar, contra lo que muchos creen, que Chávez no es un iletrado y está dotado de una inteligencia natural que le ha permitido jugar con la oposición como un gato con un ratón. Hasta que la oposición aprendió la lección y se centró en lo fundamental, cuyo máximo fruto es la candidatura unitaria de Capriles, con posibilidades ciertas de ganar, cuando dentro de unas horas se cuenten los votos.

No hay que hacer caso a las encuestas, poco o nada fiables en Venezuela. He querido vivir estas históricas horas en la Venezuela rural del altiplano, donde a mi juicio se juega de manera decisiva el resultado electoral y donde la capacidad de manipulación del voto es más evidente. No debe sorprender el triunfo de Capriles en el área metropolitana de Caracas, donde ya ganó el alcalde Ledesma (adeco) y en el Zulia, donde la oposición también es mayoritaria. Hay que temer las acciones violentas de civiles de los círculos bolivarianos, temerariamente armados por el oficialismo. Al bajar del avión, la presencia policial y de militares con perros es intimidatoria. Se viven horas de tensa calma y hay que desear que, en último término, las fuerzas armadas venezolanas sean garantes de que el resultado electoral será respetado y aceptado por unos y por otros. ¡Dios lo quiera!