opinión>

La educación como solución social> Elena Fariña Vargas*

Un problema es una situación de la que desconocemos su respuesta y que parece no tener una solución evidente, por lo que requiere investigación y razonamiento para resolverlo. Hasta su propia definición nos produce temor y desconcierto. Es una palabra con connotaciones negativas; nos crea la incertidumbre de no encontrar la respuesta. Es cierto, pero también produce el efecto contrario cuando conseguimos resolver un reto o una misión. La satisfacción embriaga nuestro ser, ya sea en el ámbito personal, académico o profesional. Nuestra vida está rodeada de problemas que requieren solución. Acabar con la crisis, las desigualdades sociales, enfermedades, etc. Son problemas sociales que exigen investigación, análisis, razonamiento… Por ello, los docentes consideramos necesario educar en estas habilidades y competencias. Despertar la curiosidad en los niños, animarlos a detectar problemas de nuestra realidad cercana, analizar críticamente lo que sucede a nuestro alrededor, posicionarse ante un tema, etc. Se trata de promover en las aulas un aprendizaje activo y participativo, alejado de la secuencia cerrada y tradicional de los libros de texto, en el que debe resolver los problemas uno, dos y tres de la página catorce. Debemos promover temas de interés, que permitan englobar diferentes campos de conocimiento; problemas que generen incertidumbres y motivación por intentar resolverlos.

Y, lo más importante, debemos hacerlo desde edades tempranas. El interés por la ciencia, la tecnología y la mejora de las sociedades es algo que podemos transmitir a los niños. Podemos plantear problemas sencillos, pero que requieran el desarrollo de destrezas tales como observar, argumentar, comunicar ideas, reflexionar, etc. La resolución de problemas puede llegar a ser un aprendizaje significativo para nuestros alumnos si conseguimos vincularlo a su experiencia. Cuando planteamos situaciones problemáticas a estos, deben proponer ideas y buscar soluciones; así, conseguimos que construyan su propio conocimiento. Pero además de desarrollar un aprendizaje activo y promover la curiosidad y la perseverancia, podremos traspasar los muros de las aulas y conseguir que nuestros alumnos busquen soluciones a los problemas de la sociedad. Debemos cambiar nuestra concepción sobre el aprendizaje.

Actualmente no es más inteligente el que tiene muchos conocimientos, cuenta con tres carreras universitarias y un doctorado. En una entrevista de trabajo la pregunta clave es qué sabe usted hacer. Nuestro currículo dejará de ser una colección de títulos para convertirse en un reflejo de nuestras habilidades y destrezas. Ayudemos a nuestros alumnos a ser competentes.

*DIRECTORA DEL ÁREA PEDAGÓGICA DE FIZZIKID