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Eugenio Pacelli – Por Luis Ortega

Hace sesenta años, un papa de salud precaria e inmensa popularidad en la Ciudad Eterna firmó una petición de una lejana diócesis insular que, entre otras peculiaridades, registraba un largo pleito mariano entre las advocaciones de Nuestra Señora del Pino -celebración de la Natividad de María- y Nuestra Señora de la Candelaria, la Purificación que, por Gran Canaria y Tenerife, respectivamente, luchaban por el patronazgo general del archipiélago canario. Al inteligente y diplomático Eugenio Pacelli, que se sentó en la Silla de Pedro entre el 2 de marzo de 1939 y el 9 de octubre de 1958, le resultó simpática, razonada históricamente y ajustada a derecho la petición isleña, refrendada por el obispo nivariense Domingo Pérez Cáceres, un güimarero piadoso y de precaria salud; se refería esta a la declaración de Nuestra Señora de las Nieves, traslación española de Santa María La Mayor, titular del primer templo dedicado a la Madre de Dios y una de las más bellas basílicas mayores de Roma. La tradición sitúa en La Palma a esta imagen, románica de transición al protogótico, antes de la llegada de los invasores castellanos antes de la penúltima etapa de la conquista y aparecida en un lugar de singular belleza paisajística, entre dos colosales barrancos, cerca de ricos nacientes de agua y bordeadas de un frondoso pinar.

Fue el contrapunto de conciliación y dulzura a los símbolos guerreros que, en nombre de Dios, utilizó un ambicioso veterano de la Guerra de Granada, San Miguel Arcángel -que compartió la jerarquía espiritual con la Virgen Blanca- y Santiago Matamoros, que tuvo una feligresía más reducida. La Dama del Monte Esquilino, donde se situó su milagrosa aparición en el papado de Liberio (352-366) fue, desde los primeros años un símbolo de paz e integración de todos los insulares, una hermosa señal identitaria al margen de banderías y diferencias que tiene, como activo insólito -cuando menos en España- todos los títulos ad honorem, de los 14 ayuntamientos palmeros, además del gobierno insular y la Medalla de Oro de La Palma. En estas fechas, el Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves añadirá una efeméride a su densa historia que corre paralela con la insular: La creación de la Asociación Civil de Amigos del Real Santuario, que tiene, entre sus objetivos, la promoción y defensa del lugar, el complejo religioso y el signo principal e incuestionable de la unidad isleña.