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La honestidad desmarcada de la política> Por Juan Antonio Sánchez Campos

La clase política que gobierna nuestras vidas a su antojo parece ser que no han oído aquello de que no se han caído de un Guindos, a la hora de afirmar cosas como que el famoso Sareb, acrónimo de Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Restructuración Bancaria, SA vulgarmente llamado banco malo -si es que ha habido alguna vez uno bueno- le salga gratis al bolsillo del ciudadano.

Las empresas o entidades que se dedican a realizar encuestas y estudios sobre el comportamiento social en el consumo de las familias, parecen igualmente diferir de forma notable de la realidad; escudan en una absurda quimera el descenso en el consumo de los hogares españoles al hecho de haberlo realizado con anterioridad a la subida del IVA. Es del todo concebible este descenso a las grandes inversiones-vivienda, coche- por su elevado costo, algo que se demuestra fehacientemente en la calle pues, si con anterioridad a la subida del impuesto sobre el valor añadido (IVA) el ciudadano carente de empleo no tenía recursos para la compra de bienes, menos lo hará en estos momentos -paro en más de dos años-. Estos ciudadanos tendrán que implorar al cielo para que no se les estropee la lavadora pues, tan sólo les queda la solución de venderla al peso y comprar detergente con el que lavar a mano la ropa.

Dejémonos de perogrulladas señor@s ministros de alto standing, que los ciudadanos siguen con el poder adquisitivo por los pozos de la miseria a causa de un Presidente que da la espalda a la realidad más latente en la ciudadanía -la precariedad económica-, iluso en su arrogancia política; arriesgándose a decir cosas como que cuando esto pase bajará los impuestos. Eso como el Sareb gratis y las estadísticas, no se lo cree ni su propio Gobierno cuando grabó a fuego en los bolsillos del contribuyente la osadía de sus ajustes y la reforma de las leyes a perpetuidad. Absurdas palabras de un Gobierno plegado a Bruselas, con la obsesión de un mapa propio para encontrar el tesoro del crecimiento económico y restando importancia a la Huelga General del pasado 14N con alusiones a la obligación de ir al trabajo -¿Qué trabajo?- para no incentivar el paro; alegatos inadmisibles cuando son seis millones de españoles los que teniendo derecho al empleo no pueden asumir esa obligación.

La política reaccionaria de un Gobierno no entiende de solidaridad, ni deja atisbo de respeto a la sociedad con actos de indudable calado represivo en los que, hasta los niños son susceptibles de terminar dañados. No es de recibo que actuaciones de las autoridades con sus cargas excesivas contra todo aquel que -sin merecerlo- se le ponga a tiro de porra, queden en el olvido de sus superiores -delegados del Gobierno-, por el bien de la paz social. Democracia señor@s es algo que costo tiempo conseguir y ahora sangre mantenerlo ante hechos de semejante gravedad; ciudadanos por los suelos o escaleras abajo son la muestra de la represión de una dictadura emergente en un país sometido. Bajo las corazas y cascos de la policía hay ciudadan@s normales con familiares o amigos en las mismas circunstancias de quienes manifiestan su malestar e imploran sus derechos en las huelgas; al igual que las escaramuzas de individu@s encapuchados demuestran la ineficacia de quienes debieran pronosticar su presencia.

España se hunde entre mares de ignominia política, varada al sur de un continente que no entiende de solidaridad o respeto hacia aquellos países de su propio consejo (CE) que sufren más crudamente las consecuencias de la crisis económica que asola Europa; los que pagan con la misma moneda -euro- el pan nuestro de cada día.