EL CRÁTER>

El paciente real> Por Juan Carlos García

“Presenta avances importantes tras la operación de rescate”. Esta es la afirmación que me pareció haber oído, de manera entrecortada, a través de la radio hace unos días mientras iba de un lugar a otro de mi casa en busca de unos papeles. “Evoluciona de forma favorable”, logré entender. La lluvia de noticias de naturaleza económica encharcan la actualidad diaria. Por ello, tampoco le presté mayor atención. “Prosigue con su programa de recuperación”. Entre una llamada por el teléfono fijo y el ladrido de mi perra no fui capaz, en un primer momento, de saber quiénes le dijeron a quién que bajara el ritmo.

Más tarde comprendí que esa autonomía que se percibía ya en el caminar, a la que se refería el locutor de radio, esa artrosis que planteaba problemas de movilidad, no aludía al sector económico de la sociedad española, sino que respondía a un parte médico sobre la operación de cadera, de la otra cadera, del rey. No es de extrañar. El monarca ha dado muestras de sobra, a lo largo de su reinado, de tener tan buena cintura que las caderas se las ha destrozado. Inmersos en una espiral de pérdidas socioeconómicas sin atisbar una recuperación en lontananza, es el ciudadano de a pie, y no el inquilino de la Zarzuela, el paciente real de esta sociedad.

El jefe del Estado se recuperará en unas semanas. Así lo advierten los médicos que lo atienden. Sin embargo, la impaciencia se adueña por momentos de los verdaderos pacientes de todo este estado, perforado y preparado para resquebrajarse. Son los pacientes reales. “Prosigue con su programa de recuperación avanzada”, reiteran las ondas. Algo balbucean: “Este banco está ocupado por un padre y un hijo. El padre se llama José y el hijo ya te lo he dicho”.