Los expertos coinciden en que, en el más básico de sus niveles, la sociedad humana avanza por la disposición de las personas a trabajar en común y compartir los beneficios de su labor mutua. Es muy dudoso que una sociedad pueda perdurar si sus miembros no están dispuestos a asumir responsabilidades por el bienestar de todos y a conducirse de manera positiva, prestando ayuda a los demás.
En este punto es cuando y donde debemos entrar los políticos. Estamos quedándonos atrás en esta nueva forma de sociedad que tiene, por tanto, unas reglas nuevas, en las que ya no vale el individualismo y mirar exclusivamente por el bien propio. Y no podemos permitírnoslo.
Estoy convencido de que el único modo de salir adelante, en estas circunstancias que nos han cambiado los esquemas, es trabajar juntos. De que no tener altura de miras y pensar solo en clave política o partidista va a acabar con nosotros, de manera, además justificada.
Y eso, a pesar de lo que se pueda pensar, sería muy negativo. La labor política es necesaria. Lo es porque tiene la capacidad de liderar movimientos y de hacer que estos lleguen a buen puerto. Lo es solo y únicamente cuando se centra en resolver los problemas de los ciudadanos que, no nos engañemos, también son los nuestros. E, igualmente, necesarias, son las instituciones, que deben adaptarse, del mismo modo, a las especialísimas circunstancias que estamos viviendo y que requieren que el ciudadano vuelva a depositar su confianza en ellas, porque nada podría ser peor en esta coyuntura que el descrédito de los pilares sobre los que hemos asentado nuestra democracia. Debemos acabar con el cortoplacismo y las soluciones parche. Y, sobre todo, para salir adelante, en este preciso momento, tenemos que dejar a un lado la ideología porque estoy seguro -y así me lo han hecho ver y reflexionar los muchos colectivos con los que me he reunido- que hay, al menos, diez puntos en los que todos, de un lado u otro, estamos de acuerdo.
Pensemos, entonces, en lo que nos acerca; en el bien común, que será el bien de nuestros hijos y nietos. Sintámonos parte de una sociedad en la que, en ningún caso, somos la punta de la pirámide. Antes bien, debemos ser la base sobre la que se sostenga el cambio. Debemos formar parte de la solución, no del problema. Es fundamental que nos demos cuenta de que la ciudadanía demanda cambios efectivos y nosotros tenemos las herramientas para ayudar a que se produzcan.
Quienes me conocen saben que me gusta el trabajo en equipo. Que asumo, siempre, las responsabilidades que se derivan de mi cargo, pero no me olvido jamás de que los avances los construimos entre todos.
Así ha sucedido en los últimos años en La Laguna con iniciativas sin precedentes como el Foro Anticrisis o la Comisión Ciudadana para la Convivencia y así me gustaría que sucediera en la isla de Tenerife.
Por eso, desde la Organización Insular, he tendido, públicamente, la mano a los responsables en Tenerife del resto de los partidos políticos para que podamos trabajar juntos y tener una sola voz en un tema de vital importancia para los tinerfeños y los canarios: nuestro futuro.
Creo, por tanto, que tenemos que llegar a un Pacto por Tenerife en el que queden sentadas las líneas de una actuación conjunta, que puede suponer un salto cualitativo en la manera de abordar los asuntos y una vía más rápida para avanzar.
Creo que debemos escuchar a todos y cada uno de los agentes sociales que hacen que el engranaje funcione: a los empresarios, a los sindicatos, a las ONG, a los estudiantes… A todos y cada uno de los colectivos que están trabajando, desde su pequeña parcela de actuación, para que esto marche.
Y, creo, por encima de todo, que de esa unión puede salir la fuerza necesaria para que Tenerife y el resto de las islas salgan adelante sorteando cada una de las dificultades que se nos han puesto en el camino.
Porque cada día que pase, cuenta y, sobre todo, porque es nuestra obligación como políticos y como parte de una sociedad a cuyos cambios no podemos ni debemos ser ajenos.
* SECRETARIO GENERAL DE COALICIÓN CANARIA EN TENERIFE