No pretendo molestar a nadie, ni siquiera a los patos de la charca de la Catedral en La Laguna. Pero no creen que llevar a un pleno, al de esta semana, el jueves, la permanencia o no de los patos, la charca de los plumíferos, y las palomas que por allí picotean supera lo lógico y se traslada más allá del dominio de lo humano.
Con la que está cayendo -no me refiero a la bienvenida lluvia, sino a lo mermadas que están las economías familiares-, que en el consistorio lagunero un grupo municipal, el del PP, o Popular, se ocupe de estos palmípedos, me parece hasta una falta de respeto para quienes ven la dureza del día a día en sus hogares.
Una señora recogía el martes en San Miguel de Geneto un bono de 50 euros para comprar alimentos para su familia. Y preguntaba si lo podía usar ya. Claro, porque en su casa no hay alimento alguno.
Creen que a ella y a los suyos les preocupan los patos. Unos buscan para dar de comer al que no tiene, otros para dar de picar a los patos.