sobre el volcán>

No solo de ciencia vive el hombre> Por David Sanz

Hacía tiempo que echaba de menos escuchar un mensaje en La Palma como el que lanzó la presidenta del Cabildo en la presentación de la RedIRIS-nova. No en una cafetería, en una rueda de prensa, ni tan siquiera en un pleno, sino en un escenario en el que estaban presentes todos los actores. Un discurso reivindicativo del que La Palma ha estado huérfana durante muchos años, prefiriendo mantener una estrategia pactista en lugar de pleitista, más acentuada en islas como El Hierro. Quizá sea la urgencia de esta crisis la que ha hecho cambiar el tono. No por el de la crispación, sino por el de llamar las cosas por su nombre.

Un cante jondo que nace ante el espectáculo dantesco de esta crisis que está sepultando los motivos para ofrecer alguna esperanza. Hay que decir que en La Palma jugamos en la liga de campeones de la investigación científica, pero también competimos por hacer podio entre las tasas de paro más altas del país. Que cuando nuestro observatorio corre por las mejores autopistas de las telecomunicaciones, los ciudadanos atravesamos carreteras que tienen más agujeros que un queso gruyer. Pero de esto no son responsables los científicos. El órdago que lanzó Guadalupe González Taño no fue al IAC, con quien ha sabido recomponer las difíciles relaciones que heredó, sino a los gobiernos de España y de Canarias, que son los organismos con capacidad para que una isla requeteultraperiférica pueda competir en condiciones de igualdad con el resto de los territorios.

Nadie sabe muy bien cómo salir de esta crisis, pero donde parece que hay un elevado consenso es en que no se va a hacer con las recetas antiguas. Apostar por el desarrollo de las nuevas tecnologías con el fin de crear una industria alrededor del conocimiento, dentro de un marco de fiscalidad propicia para la inversión privada, parece una fórmula que puede traer prosperidad a La Palma. Al menos hay que intentarlo. Para ello, un pilar básico es el parque científico y tecnológico, que está en un veremos por problemas de financiación. Su gestión, tanto técnica como política, está en muy buenas manos. Y ahora necesita un espaldarazo definitivo que permita revertir en la sociedad palmera, de forma directa, las ventajas que supone para la Isla contar con instalaciones científicas de primer nivel mundial. La Palma lo necesita y la ciencia se lo debe.