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Solo un ‘impasse’ – Por Gabriela Gulesserian

Cuando empecé en esta profesión tuve que cubrir un accidente de tráfico en el que fallecieron tres personas, entre ellas un bebé. Al llegar al lugar de los hechos y ver el coche destrozado con la silla del niño dentro, me desplomé. Lloré casi todo el día. Algunos compañeros de profesión, con más experiencia que yo, y mi madre también periodista, me recalcaron que tenía que aprender a no involucrarme en todas las noticias que me tocaba cubrir, más allá de su dureza.

Siempre he intentado seguir este consejo, que más bien es una premisa para cualquier profesional de los medios de comunicación, pero ayer me resultó imposible. Entre otras cosas, porque el caso de Antonio y Berta es un cúmulo de despropósitos, una injusticia en toda regla, a la vez que un ejemplo de solidaridad y entereza. Pero, también, de un trabajo sin descanso y en ocasiones silencioso de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), cuyos miembros han estado siempre allí, igual que con otros ciudadanos, desde el comienzo del proceso. No sólo dando apoyo jurídico sino también moral, que para este matrimonio septuagenario es todavía más importante ya que ni siquiera cuenta con el apoyo de sus familiares más cercanos, ya que sus hijos viven en otro país.

Lo de Antonio y Berta es aún más doloroso porque tienen que entregar su hogar que construyeron con muchísimo esfuerzo durante más de 20 años, y del que muchos se quieren aprovechar, desde su vecino hasta los abogados que se han hecho cargo (es una manera de decir) de su caso. El actual, que es de oficio, ni siquiera estuvo ayer presente. Fue la letrada de los Servicios Sociales del Ayuntamiento la que defendió a la pareja de manera incondicional y quien estuvo a su lado en todo momento junto a los miembros de la Plataforma.

El caso de Berta y Antonio obliga a replantear muchas cuestiones, desde el estado actual de la Justicia hasta el papel de los abogados de oficio y del Ayuntamiento, dada la repercusión que pueden tener litigios de esta índole entre vecinos de un mismo municipio. El matrimonio de Tacoronte se negaba a pensar que tenía que abandonar su vivienda. Ni siquiera tenía un plan B. No sabía adónde ir ni había preparado una maleta. Lo de ayer fue sólo un impasse. Ahora toca negociar. Pero si no se encuentra una solución que convenza a las partes en un plazo razonable, y si los verdaderos responsables no se implican y toman cartas en el asunto, el final se antoja trágico.