Invéntense la excusa que quieran, pero descarten la del arrebato. Podrán decir que actúa en clave interna por mucho que se le considere un hombre formal. Quizás sus adversarios le acusarán de ser demasiado agresivo, pero él siempre responderá que se trata de una maniobra defensiva y que le da igual El Tanque que La Moncloa, que lo contrario sería una debilidad que no se puede permitir. Rizando el rizo, habrá quien achaque este órdago a un desconocido viraje hacia el PP para complacer a ese sector de Coalición que no digiere el abrazo con los socialistas, por mucho que baste un vistazo a la política lagunera para desmoronar tal hipótesis por incongruente.

Dirán lo que quieran, pero nada de arrebato. El presidente de CC en Tenerife, Fernando Clavijo, un hombre que ha tensado cuerpo y espíritu durante lustros a través de la práctica del Kárate, ha dado en la mesa del pacto un puñetazo frío, fuerte y formal.

Frío por meditado, fuerte porque puede, y formal porque le han dado los motivos para darlo.