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¿Quién defiende a Tenerife?> Por José Carlos Alberto Pérez-Andreu

De un tiempo a esta parte, no percibo que Tenerife y sus intereses sean defendidos por algún político que alce la voz. Da la impresión de que a los cachorros que hoy ocupan las poltronas de nuestra Isla les inquieta más procurarse un futuro de ámbito regional que defender el flagrante desequilibrio que se está cebando entre las Islas. Podríamos plantearnos que hablar del pleito insular es hacerlo de la ponderación de una balanza. De un desarrollo paralelo entre las dos puntas de un mismo lazo: Tenerife y Gran Canaria.

Dos realidades que se aferran a su distanciamiento para cometer (en ocasiones) los más burdos dislates económicos apelando al honor y la decencia de sus respectivos ciudadanos. Siempre estúpidos, y burdamente manipulados por tierra, mar y aire.

Incluso siendo esto realidad, el hoy denostado pleito insular ha sido (históricamente) la herramienta que ha servido como fórmula magistral para mantener una Canarias relativamente equilibrada. Y hoy, mientras Las Palmas es elevada a prototipo de ciudad a imitar, por ejemplo, al ver su premiada conectividad y su proyección económica y salida anticipada de la crisis, prácticamente la totalidad de Tenerife carece de las infraestructuras fundamentales para la movilidad de sus ciudadanos y un próspero desarrollo. Vivimos ante un escenario en el que, a medio plazo, Gran Canaria triunfa y Tenerife se desploma.

Y mientras todos lo vemos, los políticos tinerfeños (supongo que para procurarse el cariño en Gran Canaria) reniegan de Tenerife y del pleito insular que los vio nacer. Incluso teniendo la catarsis delante de sus narices y viendo cómo se atropella el ánimo de nuestra gente y hasta nuestra propia dicha. Es hoy cuando uno se pregunta que, si el líder de Gran Canaria es José Manuel Soria, quién demonios es el de Tenerife. Y, claro, es que viene a ser de coña que a quien único se le escuche en nutridos y distintos foros defender a Tenerife sea a Antonio Plasencia.

@jc_alberto