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Relevos – Por José David Santos

Lo de los relevos generacionales suele ser una de las excusas perfectas bien para jubilar a alguien que molesta, o para justificar el ascenso de algún mirlo blanco. La política es el campo de batalla preferido para esta dialéctica que acude con invariable asiduidad a términos como “paso a un lado” o “ceder el testigo”. En la edición de ayer domingo, el que suscribe publicaba una entrevista a Ricardo Melchior en la que dejaba claro que no le importará dar paso a las nuevas y aguerridas huestes nacionalistas de CC y retirarse suavemente. Sin embargo, añadía el matiz de “si alguien está dispuesto a hacerlo”. Hete aquí la clave, no por conocida, que siempre emborrona estos cambios casi nunca tranquilos, como el mismo Melchior reconoce. Porque una cosa es postularse, reunirse en cafeterías a elucubrar alianzas y repartos -sí, las lindes de las fincas políticas en Canarias se suelen dibujar en terracitas- y otra muy distinta es estar dispuesto a moverle la silla a quien está bien acomodado en ella.

Faltan arrestos y casi siempre es el paso del tiempo o algún que otro desastre lo que propicia que unos dejen paso a los otros. Por eso, cuando uno de los que se supone que aún debe esperar su turno sí tiene narices para empujar a los de arriba, se suceden tardes y noches de llamadas, cuchicheos y miedos. El establishment se siente incómodo con la alteración de las hojas de ruta y suele recelar de todo aquello que huela a cambio, a modificado de líneas sucesorias -sí, en Canarias el poder político se rige por la aristocrática cesión de títulos, urnas aparate- y a juventud. Porque el poder siempre es viejo y puede que por ello las revoluciones las inician los jóvenes que, después, pasado el tiempo, volverán a ser llevados a la Bastilla, quizá la misma que ellos construyeron. Ahora, en CC la revuelta es obvia; en el PSC, tan perdidos ellos, llevan años hurgándose entre ellos las mismas heridas; y el PP sufre del síndrome del monarca, aunque igual un día alguien descubre que, en sus filas, también anidan deseos revolucionarios. Y se arma.

@DavidSantos74