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Llamar la atención – Por Cristina Molina

Durante las campañas electorales apremia la necesidad de llamar la atención. Hacerse notar. Destacar frente al adversario. Pronunciar las palabras y/o ejecutar las acciones que den titulares. En esa estrategia política buscar el justo medio es tan difícil como en la vida misma. David Ortega, candidato de UPyD a la Alcaldía de Madrid, hace precampaña subido a un taxi. Paga la carrera a desconocidos a cambio de poder hablar con ellos durante el trayecto y convencerles, mientras tanto, de que voten a su partido.

Por desgracia, las osadías e insolencias siempre hacen más ruido. En efecto mucho ruido y pocas nueces. En la visita del rey Felipe VI a las instituciones europeas, Pablo Iglesias quiso dar la nota regalándole la serie Juego de Tronos. Considera Iglesias que le servirá al monarca para que “le dé las claves sobre la crisis política de España”. En Twitter había quién se preguntaba de forma retórica si ahora los libros también son casta. No obstante, esto es peccata minuta en comparación con la lamentable actitud de quienes no se dignaron a ser recibidos por el rey, a saber, los de Izquierda Unida, Convergencia Democrática de Cataluña, Iniciativa per Cataluña Verds, Bildu y Esquerra Republicana de Cataluña.

Como si de House of Card o Scandal se tratara, hay quienes rebuscan entre la mierda y convierten lo privado en público. De esta forma se ha aislado a López Aguilar por una acusación muy cuestionable y oportunista, es mi opinión, por violencia de género y hemos conocido su divorcio por capítulos como si de una telenovela se tratara. También la candidata popular de una localidad madrileña, Esther Platero, ha tenido que ver publicadas fotografías en las que se le ve de fiesta. Como diría Margaret Thatcher, “siempre me animo inmensamente si un ataque es particularmente hiriente porque pienso, bien, si a uno le atacan personalmente quiere decir que ya no les queda ni un solo argumento político”.

@cristination_