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Nacionalismo – Por Domingo Luis

En el almuerzo del día señalado apuntamos hacia la deriva. El nacionalismo existe, por más que nosotros (JJ Armas Marcelo y quien escribe) lo repudiemos. Lo repudiamos por varios de los recovecos que muestra ese funesto infundio, le dijimos a Dulce Xerach: el vacío, inculto y desproporcionado de los “criollos”, ese que demanda control de la economía aquí, o de la justicia cuando vienen mal dadas, pero la educación, la sanidad, los servicios sociales… mejor del Estado, porque son caros, y lo que inventó el provecto Jordi Pujol fuera de toda lógica y de pensamiento, el de la exclusividad y de la exclusión como principio.

Así es que probamos a enaltecer los fundamentos, por si tuviera razón quien de ese modo nos aleccionaba. Y lo enunciamos. Con qué proyectos cuentan los nacionalistas diferentes a los nuestros. Enumeró: las aguas territoriales, de acuerdo; el control de los aeropuertos, de acuerdo; el precio de la insularidad, de acuerdo… En todas coincidíamos. ¿Porque los tres somos canarios? ¿Eso es un premio que deben confirmar los nacionalistas o es una categoría que nace con nosotros mismos? Nos explayamos, entonces, en lo que no compartíamos. La razón del nacionalismo debiera ser que somos canarios (todos, ocho islas) aquí y en la Conchinchina, no dividir por interés el espacio en dos mitades: las Palmas y Tenerife, Tenerife y Las Palmas. No tenemos remedio ni futuro si ninguno de los que nos gobierna (por lo general nacionalista) pone cordura a semejante cisma.

¿Cómo explicarle a quienes nos conocen y sin que sonrían que Canarias no tiene capital definida, que de dos universidades pasamos a cuatro por no compartir, o que el plan de infraestructuras va de un lugar o otro según y cómo, o que un presidente de Cabildo nacionalista devastó la espléndida labor institucional de otro presidente nacionalista cuando lo sustituyó? Etcétera, etcétera, le dijimos; es decir, mucho más etcéteras de los que razonablemente caben.

¿Con qué compite el nacionalismo, preguntamos?, ¿con no tener la reciedumbre ética y política para poner cabalmente cada cosa en su sitio? ¿es poco meritorio desde el nacionalismo que fulanito de tal decida como ha de decidir por razones de “equilibrio”?

Por desgracia eso nos retrata. Y nos esperan en la vera del camino.