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Un tinerfeño en el fin del mundo

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José Luis Rubio da Costa durante su visita al Polo Norte. | CEDIDAS

SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Quería ir antes de que el cambio climático derritiera el hielo, ser testigo de las auroras boreales y sentir en su piel la crudeza de un paisaje tan inhóspito que muchos llaman el fin del mundo. José Luis Rubio da Costa nunca había hecho un viaje así, pero siempre se había sentido atraído por los países nórdicos. Hace unos meses decidió que quería hacer algo diferente en sus vacaciones de Semana Santa. Empezó a bucear en Internet con la esperanza de encontrar alguna aventura y unos días después estaba tomando un avión rumbo a Helsinki. Por fin iba a conocer el Polo Norte y lo iba a hacer de una de las mejores formas posibles: formando parte de la experiencia que desde hace cuatro años organiza Universia, la red de universidades españolas y latinoamericanas creada por el Banco Santander. Ahora planea repetir la experiencia con más estudiantes y con ayuda económica de la Universidad de La Laguna.

La expedición universitaria Polar Raid no se parece en nada al viaje organizado que promocionan las agencias de viaje. Se realiza en Semana Santa, cuando la temperatura sigue siendo lo suficientemente dura como para que el turismo sea prácticamente inexistente. Los estudiantes, además, deben dividirse en grupos y completar un reto durante los ocho días que dura la travesía. Por lo general, los equipos están formados por estudiantes universitarios, aunque también otros compuestos total o parcialmente por antiguos alumnos universitarios, docentes, profesores, investigadores y expertos en regiones polares. Lo habitual son equipos de tres, cuatro o cinco personas, que comparten una furgoneta. La organización, además de proveer a los chicos del vehículo y ropa adecuada para soportar las bajas temperaturas, también cuenta con un montañero profesional que ha estado muchas veces en el Himalaya y en la Antártida y que está presente durante toda la ruta.

Rubio tiene incontables recuerdos de la experiencia, pero reconoce que lo que más le impactó del viaje fue la sensación de soledad. “Es un paisaje tan hostil… No hay presencia humana. Es increíble sentirte solo, pero solo de verdad”, cuenta con emoción. Ver las auroras boreales también fue otro de esos momentos únicos. “Es indescriptible. Hay que vivirlo”.

Para poder afrontar todo el recorrido, los miembros de cada grupo -que se forman antes de llegar a Finlandia- se ponen de acuerdo para llevar la comida desde España o comprarla una vez que aterricen. “Nosotros llevamos desde España embutidos, latas de conservas, cosas que aguantaran. Al llegar compramos fruta y agua”.

La participación en la aventura exigía la formalización de una inscripción que implicaba el pago de 400 euros. Ese dinero incluía el alojamiento de los diez días que dura todo el viaje (8 de ruta), el transporte y ropa adecuada. Además, José Luis y el resto de chicos -la caravana estaba formada por 53 personas- tuvieron que pagarse el vuelo. En el caso del tinerfeño, el billete desde Tenerife Sur hasta la capital finlandesa ascendió a 600 euros. En total se gastó alrededor de 1.200 euros. Otros de sus compañeros de viaje recibieron ayuda económica de sus universidades, pero él no tuvo tiempo. Decidió demasiado tarde emprender la aventura. Sin embargo, ya se ha puesto en contacto con la institución para buscar patrocinios y financiar el viaje de un grupo de estudiantes de la ULL en la próxima edición. Su objetivo es que se apunten alumnos de distintas carreras que presenten un proyecto para desarrollar a partir del viaje, una vez que regresen. Que traigan lo mejor del fin del mundo a La Laguna.

[sws_grey_box box_size=”620″]Una experiencia cultural y científica
Fomentar la amistad y el compañerismo es uno de los efectos colaterales del viaje, pero, además, la iniciativa univeristaria contribuye a divulgar la realidad actual de las Regiones Polares, principalmente el territorio ártico, su importancia como ecosistemas únicos, sus problemas y su futuro. Ofrece, dentro del contexto de un viaje de aventura, una serie de vivencias únicas en aspectos educativos y fomenta valores como la iniciativa, la toma de decisiones, la solidaridad y el espíritu de equipo. Los estudiantes, además, se ponen en contacto con compañeros de las universidades nórdicas con la idea de establecer vínculos. Todas estas acciones contribuyen también a que los chicos tomen conciencia de la importancia de conocer otras culturas, principalmente la Sami, así como de la necesidad de preservar la naturaleza . Porque, como reza en el proyecto, es imprescindible concienciar a la sociedad de la importancia de la supervivencia de los ecosistemas como garantía de futuro. [/sws_grey_box]