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Campañas de rutina – Por Félix Díaz Hernández

Sorprende detectar, a estas alturas, las minicaravanas electorales que aún se mueven por nuestra tierra. Con musiquita machacona, megáfonos al viento, repiten su bucle de vota a tal o cual candidato casi sin importar la hora o el lugar. Uno que ya acumula unos años posee una memoria auditiva de la infancia en la que, desde luego, están los manoseados himnos electorales, el soniquete del camión de los helados o incluso la retahíla de agudos del viejo afilador. Puestos a innovar, más allá de maquillar las viejas músicas con sonidos modernos, deberían erradicar esta práctica que casi calificaría como contaminación acústica. También parece que no se ha agotado el tiempo de los folletos, del papel que inunda calles y plazas sin saber cómo han llegado hasta allí. De esos candidatos de material cuché que de pronto te saludan desde el otro lado del parabrisas del coche, allí prensados con la escobilla. ¿Hay sanciones para las organizaciones políticas por este tipo de publicidad? Si una empresa que lo hace, difícilmente escapa de la multa en virtud de las ordenanzas municipales, ¿conocen a muchos partidos políticos que hayan sido sancionados?

La cartelería merece un apartado especial. Llevo 25 años viendo el mismo tipo de grandes carteles, nos observen desde vallas publicitarias en el margen de calles y carreteras, algunas de estas instalaciones ilegales por cierto; o colgados, abanderados de las farolas. Estéticamente se ha avanzado poco, de hecho diría que se han modernizado los logotipos de las organizaciones pero no así el formato: fondos planos, candidatos de cartón retocados fotográficamente en exceso, eslóganes sin gracia ni significados claros o auténticos incluso atentados al buen gusto. Saquen a pasear la creatividad y gasten menos en las campañas, aunque ese es otro tema. El empacho de entrevistas, de pago o forzadas, les adelanto que acaba con el espíritu democrático de muchos ciudadanos. La pieza de caza a estas alturas es el voto de los indecisos, pero este ataque por tierra, mar y aire puede acabar hastiando al más pintado. La radio, la televisión, Internet, por supuesto las redes sociales e incluso el WhatsApp parecen noqueados por la campaña electoral. Y un recuerdo emocionado a la última víctima de unas elecciones, nuestros queridos buzones. Teniendo en cuenta que durante los cuatro años anteriores apenas son utilizados, cuando ya no nos escriben ni las entidades bancarias, estas jornadas aparecen repletos de los votos vagos, esos que ya vienen en su sobre con el mensaje de: te lo ponemos fácil para que no tengas que pensarlo.